Después de los hechos de público conocimiento sucedidos en Córdoba durante los días martes y miércoles me siento a escribir sin saber muy bien qué decir. Para mi y para todos los que vivimos semejante horror es difícil encontrar las palabras justas para explicar las sensaciones de estos dos días.
Más difícil aún es pensar cómo va a ser nuestra vida a partir de ahora.
Mucho se ha hablado en el último tiempo de la grieta que había en la sociedad. Creo que hoy en Córdoba esa grieta se ha transformado en un abismo en el que hemos caído todos. Todas las bases firmes sobre las que creíamos vivir han desaparecido bajo nuestros pies como si hubiéramos estado asentados sobre un lugar que se había erosionando subterráneamente sin que lo supiéramos.
Pero ahora todos sabemos. Y con la venda corrida de los ojos no podemos dejar de ignorar las cosas que han dejado al descubierto todos estos hechos.
He leído en estos días muchas explicaciones posibles a todo lo que pasó. Desde acusaciones políticas cruzadas entre simpatizantes de un partido u otro, otros que apelan a la trillada explicación sociológica de Marx y algunos que reducen la cosa al consumismo de la sociedad.
Algo habrá de cada cosa, difícilmente semejante barbarie tiene una única fuente. De todas maneras, creo que las raíces más profundas están en la falta de valores, de respeto y de amor al prójimo.
La pregunta que todos nos hacemos es “¿Y ahora qué? ¿Cómo reconstruimos la identidad de una sociedad que ya no volverá a ver a sus vecinos como vecinos?”
Y de esa pregunta se desprende la siguiente: ¿Quién podrá llevar a cabo semejante empresa?
Nada podemos esperar de una clase dirigente que en todos sus niveles se lavó las manos y nos dejó librados a nuestra suerte. No existirá spot publicitario, ni eslogan ni sonrisa de pancarta que nos haga olvidar la noche que pasamos.
Será tiempo de una profundísima reflexión personal, familiar y comunitaria sobre todo lo que sucedió.
Mi mayor deseo es que cada uno de los que estuvimos en la ciudad de Córdoba estos días podamos seguir adelante con nuestras vidas y recuperemos la (relativa) paz y la tranquilidad de salir a la calle que teníamos hasta el lunes.
Mi acompañamiento y solidaridad para todas las víctimas de saqueos.