A más de una le habrá llamado la atención el título de este libro de Graciela Fernández publicado en 1998 por Ediciones del Boulevard.
Por aquella época Graciela era una R.S. (Recién Separada) que apelando al humor decidió escribir para mujeres que estaban en el mismo camino.
Sin su ex al lado, reflexionó sesudamente la cuestión de su nuevo estado civil llegando a la pregunta del millón: ¿Cómo rearmarse después de EL?
Para ponerlas en situación, les presento los capítulos del libro con algunas de las frases que más me hicieron reír:
– Introducción. Qué es ser una Recién Separada. Cómo nació este libro. Pueden leer el capítulo completo en ese link.
Supongamos que sale a caminar, que es sano y gratis. Pasa entonces frente a una librería y ve allí, en la vidriera, un montón de manuales de autoayuda, autosuperación, autosugestión, o autodestrucción, como sea que se llamen. Todos escritos por norteamericanas, españolas, francesas o alemanas, que se las saben al derecho y al revés. Son buenísimos, si, pero creo que imposibles de llevar a la práctica para una R.S. argentina, o sea subdesarrollada y tirando a pobre como somos casi todas las nativas de este absurdo y amado país.
– El estado de ánimo de las Recién Separadas.
¿Nunca le pasó que después de usar varias veces su jean favorito descubrió que tenía unas puntas saltadas? ¿Y que al seguir mirando, notó que le faltaba un remache en el bolsillo? Cuando se lo compró no notó nada, cree usted. ¿Lo revisó? ¿Lo miró bien? ¿O sólo le importó que le formara buena cola? Bueno, con un marido casi, casi es lo mismo. El calce perfecto no es garantía de calidad.
– Autocríticamente hablando…
¿Es usted un minón, una señora piola, una buena mujer, un espantapájaros, un sargento de infantería, una loca de atar, un atado de calamidades o las siete plagas de Egipto más la hiperinflación?
– Cómo comunicar su nuevo estado a los demás.
En cuanto a las maestras de los chicos, las mamás de sus compañeritos, las catequistas, las señoras de la cooperadora… salvo honrosas excepciones, no sé en qué planeta viven, porque lo más seguro es que cuando se enteren la miren con espanto, como si nunca hubiesen visto uns R.S.
– Los ratones de la depre.
A veces una amiga nos dice con cara de pícara “…venite esta noche por casa, que viene un amigo del Tito a tomar un café (…)”
(…) llegamos a lo de la celestina y ahí… ahí está él. EL CANDIDATO.
(…) Tomamos el café, tratando de escondernos detrás de la heladera para que no nos vea, y a los cinco minutos le damos las gracias a la dueña de casa (que después de ésto no es más nuestra amiga) y emprendemos la retirada.
– La división de bienes.
Personalmente, no conozco ningún hombre que haya querido llevarse, tras su separación, las plantas, el gato, la heladera, la cocina, las alfombras, la escoba o el calefón. Mucho menos la tabla de planchar, el canasto de la ropa ni los cassettes de Xuxa (lástima).
¿Hoy en día habrá que actualizar la última parte al CD de Piñón Pijo o al último disco del grupo adolescente salido de un programa de TV?
– Peligros que acechan a las recién separadas.
Y acá hay un desglose de los siguientes puntos: la autocompasión; la depresión; las adicciones varias; las malas compañias (otras separadas; gente bohemia, hippie o sin un trabajo socialmente bien visto; amigos varones adolescentes de sus hijos/as que le alboroten sus hormonas; amigos de su ex); curanderos, brujas y pais; sectas religiosas; la soledad y el tiempo libre; la nueva mujer de su ex…
– Cómo mantener su casa a flote.
Saque fuerzas de donde sea, como sea, póngase de pie y empiece a dar órdenes:
– María, ¡a lavar los platos!
– Jorgito, ¡a ordenar tu habitación!
– Julieta, ¡a limpiar el baño!
– Boby, ¡a la cucha!
– Mamá, ¡a tu casa!
– Sublime pero no tanto…
[Sublimar] Según el diccionario significa engrandecer, poner en alto, exaltar. En química es volatilizar, un cuerpo sólido (llevarlo a estado gaseoso) sin pasar por el estado líquido, o viceversa. Metafóricamente, apelando a la química, podríamos decir que algunos hombres, cuando se separan, no se borran: se subliman, se volatilizan, se evaporan, se hacen humo, todo eso sin derramar una sola lágrima y sin transpirar en el esfurzo, o sea sin pasar por el estado líquido.
– Pequeñas venganzas cotidianas.
No tengo la menor idea de cómo conseguir un marido mejor (ni siquiera de cómo conseguir UN marido, acá entre nosotras), pero si quiere vengarse con bombos y platillos se las va a tener que ingeniar como pueda.
– Epílogo. Cambio de cara (lavado y engrase)
Use su cabecita, amiga mía, para algo mas que hacerse permanentes, colgarse aros, pintarse los labios o recibir trompadas. Mírese al espejo. Qué carita ¿no? Espanta, realmente espanta. Si la quiere cambiar deje de lado la autocompasión, la ira, el egoísmo, la mala onda. Comience a ejercitar el buen humor, a reírse de sí misma, a encontrar el lado ridículo de las relaciones humanas. Se asombrará de ver cuántas cosas se pueden mejorar con un chiste, una sonrisa o una carcajada a tiempo.
Si les encantó el libro, pueden darse una vuelta por las librerías de Córdoba para consiguirlo o comprar la edición digital por solo U$S 8. También pueden seguirla a la autora en su blog Terín Collado (que no se actualiza muy seguido, ejem) y en la Fanpage del Manual en Facebook.