El otro día andaba de compras por Walmart y entre los saldos encontré este libro cuyo autor me había sido referido con mucho entusiasmo por Gastón Utrera, el autor del libro Macroeconomía para no economistas.
Pues bien, decidí animarme a leer al economista De Pablo y ver con qué me encontraba.
El saldo superó altamente mis expectativas y me dejó con un buen sabor para algún día probar con Apuntes a mitad de camino (se puede descargar gratis desde el site del propio autor), otro libro del autor que me ha recomendado Gastón.
¿De qué habla Levantemos la puntería?
Si tuviera que describir de qué habla, parafrasearía a Seinfield: es un libro sobre nada.
En realidad, es un libro que tiene una lógica de blog, puesto que cada capítulo de entre tres y cinco páginas es una unidad independiente respecto al resto y toca un tema particular que puede o no tener relación con la economía. En cierta forma, y salvando las distancias, comparte el espíritu del libro La receta del tiranosaurio de Isaac Asimov de hablar de mucho en general, sin profundizar nada.
Es un libro que entretiene, gusta, tira algunas puntas interesantes, hace reir, hace pensar y no tiene esas aspiraciones de revelador de verdades universales en la que caen muchos a la hora de escribir un ensayo como este.
Podría decir que se trata de un libro pochoclero, en el mejor sentido del término.
A lo largo de la lectura fui marcando muchas frases que me encantaron y que me gustaría compartir con ustedes:
Cap. 1 – ¿Representante de quién?
– Repito: no sé por experiencia lo que es pasar hambre, dormir a la intemperie o tener que ir a vivir involuntariamente a la casa de un pariente o un vecino. Pero de otras cosas sé. Por algo no puedo romper nada y me cuesta tirar algo o reemplazarlo antes de que deje de funcionar.
– Desde 1978 vivo haciendo “changas”, en el sentido de que no tengo contrato con nadie y me juego la vida (profesional, se entiende) en cada conferencia, cada curso, cada columna o programa.
– Trabajar para vivir y para mantener a una familia ordena la vida de una manera fenomenal.
– Con el inglés que aprendí en el Comercial Ramos me fui a Harvard… ¡y sobreviví!
– Creo haber colaborado con la fortuna, pero también tuve suerte.
Cap. 4 – Educación 2. Mi experiencia como profesor
– Observando a los profesores que dictaban cursos de administración en IDEA, aprendí que la actividad tiene que estar centrada en el participante (…). Para quien lo ve de afuera todo esto luce intimidatorio. El profesor debe crear la “atmósfera” necesaria para que el alumno aprenda a vencer sus miedos y a defender públicamente sus puntos de vista, sin temor a ser humillado.
Cap. 8 – Cambio y conflicto
– Joseph Allois Schumpeter igual se hubiera inmortalizado si lo único que hubiera hecho en su vida hubiera sido desarrollarla idea de destrucción creativa. (…)
¿Qué impulsa el cambio? Cuando la insatisfacción que algún ser humano tiene con su realidad, se transforma en acción.– ¿Qué hacer a la luz de la destrucción creativa?
Hay varias alternativas. Pero comienzo por quitar del medio la que constituiría una traición al resto del espíritu de esta obra y que consiste en contarnos el cuento o, peor aún, pretender contale el cuento a otros. Contarnos el cuento implica pensar que no es cierto que el cambio genera conflicto, que se puede pensar en una globalización donde sólo hay ganadores, que hay que basar las decisiones en “el bien común”, en mi opinión un peligroso “comodín” que no fuerza a poner sobre la mesa la naturaleza conflictiva del cambio.
Entre quienes no se cuentan el cuento, ni pretenden contárselo a otros, existen dos posiciones extremas. La primera consiste en prohibir el cambio, única manera de evitar sus costos (…). La otra posición extrema consiste en tomar como viene el conflicto ínsito al cambio y “al que le toca le toca”.
La primera posición extrema, que podríamos calificar de “luddista”, sostiene que la mejor manera de evitar los problemas que genera el cambio consiste en frenar el cambio mismo (…).
El luddismo es una actitud que cada tanto renace (…) y que, para ser tomada en serio, tiene que ser asumida en su plenitud. No vale suspirar por los almacenes pero comprar en los supermercados; no vale suspirar por las estaciones de ferrocarril cerradas pero viajar en auto particular o en avión; no vale suspirar por los carteros pero comunicarse con e-mails. (…)
La actitud extrema opuesta, que podríamos calificar de “darwinista”, afirma que en la vida siempre hay ganadores y perdedores, y que la historia enseña que esto no empezó hoy a la mañana. No es una actitud conservadora, porque no garantiza que los ganadores de ayer y hoy seguirán siendo los de mañana. Tampoco tiene por qué ser una actitud pasiva, pues debería poner la educación, la legislación y los esquemas de ayuda mutua al servicio de la mejor preparación personal posible para insertarse en un mundo cambiante y conflictivo.
(…)
La historia muestra que, debidamente renovadas, variedades más “antiguas” de algunos bienes le dieron y le siguen dando pelea a variedades más “modernas”. La radio no desapareció cuando apareció la televisión, pero como bien afirmó Antonio Carrizo, que de esto sabe un montón, “la que apareció luego de la televisión fue otra radio”. (…)
Si de algo podemos estar seguros estar seguros, es que el futuro no será igual al presente.
Cap. 9 – ¿Quién es el Estado?
– Acostumbramos a dividir la sociedad en dos partes: el Estado, por una parte, y el sector privado, por otra. Para entender, me parece más útil dividirla en tres partes: el Estado, la porción del sector privado que utiliza el Estado para vivir a costa del resto del sector privado y el sufrido sector privado que -como el esmirriado del cuento- no tiene más remedio que mantener a los otros dos, además de trabajar para mantenerse él y su familia.
Cap. 12 – ¿Laburaste alguna vez en tu vida?
– “Cuando necesités algo pedíselo a alguien que esté ocupado”, fue uno de los consejos que recibí de Guillermo Lladó, mi primer empleador. Porque quien trabaja o trabajó, siempre va a encontrar el momento o la forma de darte una mano: en cambio quienes no han tenido una experiencia laboral lo único que tienen son… explicaciones. Y cuando uno tiene experiencia laboral, sabe la extrema diferencia que existe entre el éxito y una buena explicación del fracaso.
Cap. 14 – Amamos los controles, pero somos casi anarquistas
– Desde comienzos de la primera década del siglo XXI, ningún argentino tiene mayor inconveniente en ser calificado como ladrón, asesino o violador sexual; en cambio, reacciona con vehemencia cuando se lo tilda de… neoliberal (liberal suena un poco mejor, pero no mucho). (…)
El planteo generalmente se realiza a nivel absoluto: el mercado siempre es malo, el Estado siempre es bueno; cuando el ser humano se gana la vida produciendo o distribuyendo algún producto en el sector privado, es un explotador o al menos un egoísta; cuando el mismo ser humano trabaja como legislador, inspector o distribuidor de cuotas de importación, es un angelito.
A propósito: los mercados no existen (como soy economista lo puedo decir, ningún intervenciomaníaco no profesional se atrevería a afirmarlo). Quienes existimos somos los seres humanos, quienes no pudiendo -o no queriendo- satisfacer nuestras necesidades de manera individual, intercambiamos nuestros servicios laborales incorporados a las mercanderías y los servicios.
Cap. 19 – Explicaciones conspirativas
– No acepto las explicaciones conspirativas porque, en el plano periodístico y académico, inducen a la fiaca intelectual y, en el ámbito empresario y profesional, paralizan o al menos distraen la acción. (¡Qué buena la primera parte de la frase a propósito de los sismos y el HAARP que explicó mi suegra en su blog!).
– Entreténgase en reuniones familiares o de amigos, lanzando una explicación conspirativa cualquiera -cuanto más loca, mejor- del evento más elemental y, frente a cada respuesta, duplique la apuesta. Verá que la conversación se elevará hasta el infinito. (…) cuando la explicación causal de un hecho tiene que estar al servicio de la acción, la versión conspirativa genera una trampa porque mal acostumbra al que la practica en el uso de un método cómodo, fascinante en el plano meramente mental pero contraproducente desde el punto de vista de generar una postura hacia la acción. Peligrosísimo. (Otro ejemplo geológico: el sismo de Lorca el año pasado).
Todavía queda mucho libro para leer a pesar de lo extensas de mis citas. Si les gustó, seguro que encontrarán más párrafos interesantes.