El día de hoy tenía como pendiente hacer la reseña en la obra teatral “El Puente” ya que figura como recomendada en el canon de lectura del Ministerio de Educación de Córdoba para chicos desde los 15 años.
Como la leí y me pareció medio aburrida, elegí otra que estaba en el mismo tomo que me pareció muchísimo más atractiva para adolescentes. De todas maneras, van mis opiniones sobre ambas.
El Puente (estrenada en el Teatro La Máscara el 4 de mayo de 1949).
Según reza la contratapa del libro esta obra está “considerada por la crítica como fundacional del moderno teatro argentino”.
Como de teatro no sé nada, no comprendo qué significan estas palabras, pero al menos puedo inferir que debe haber causado un gran impacto. Lástima que el texto no me produjo lo mismo.
La obra muestra un episodio en el que un grupo de amigos está esperando que llegue otro miembro de trabajar para ir a jugar un picado. La tensión de la espera va aumentando porque nada se sabe de este chico y hasta su madre está preocupada por su tardanza.
En paralelo, en la casa de su empleador también hay angustia porque no ha vuelto y nada se sabe de su suerte. Ambos personajes están trabajando desde hace meses en la construcción de un puente.
La obra transcurre entre los diálogos de los amigos y las necesidades económicas que apremian a la madre del chico que no vuelve; lo que se contrapone con la frialdad, las peleas, la frivolidad y los reproches familiares que hay en la casa de la familia “bien”.
A mi me pareció medio cliché la construcción de los bandos, me quedé con ganas de ver donde había un “puente” verdadero entre ambos. Personajes que tuvieran cualidades más dudosas o más matices, ni tan buenos, ni tan malos, ni tan frívolos, ni tan inocentes.
La acción transcurre lentamente porque todo el tiempo se está esperando que algo suceda y sólo pasa al final de la obra.
Para mi gusto, es un texto aburrido que no recomendaría para trabajar en clase a menos que deseen una siesta general.
El pan de la locura (estrenada en el Teatro Cervantes el 18 de julio de 1958)
Esta obra se sitúa en una panadería de barrio, lugar donde convergen personajes de lo más interesantes:
– Panaderos: un grupo de inmigrantes de diferentes lugares de Europa que se las han tenido que ir arreglando como han podido con historias de vida muy duras y sacrificadas.
– Patrón: un hombre que ha hecho su negocio a costa del sacrificio suyo y de su mujer, pero que no tiene ningún problema en distraerse en amoríos con una empleada.
– Patrona: una mujer sufrida que no desconoce las andanzas de su marido pero finge no saber nada. Tiene una necesidad de cambio, pero necesita un detonante que la impulse a la acción.
La acción transcurre durante un día normal de trabajo hasta que el patrón trae un nuevo ayudante para el maestro panadero, un adolescente que acaba de quedar huérfano. El chico trabajaba como ayudante en la panadería de su papá.
Este personaje tiene una riqueza muy particular, porque a pesar de la pérdida del padre siempre lo tiene presente a través de sus enseñanzas, las cuales comparte con sus nuevos compañeros de trabajo. Estos saberes serán el desencadenante del conflicto de la obra, ya que el chico se percata de que el pan que están fabricando podría estar envenenado.
A partir de este descubrimiento surgirán numerosos conflictos entre todos los personajes: hacerse cargo de la responsabilidad que implica la calidad de la fabricación del pan, denunciar (o no) a las autoridades de salubridad lo que está pasando, arriesgar el prestigio por una sospecha, poner en riesgo el trabajo de muchos años, atreverse a decir una verdad que ha permanecido complicemente callada… entre muchas otras cosas que podrán encontrar en la lectura de la obra.
A mi me pareció una obra fantástica, con mucha tela para cortar y muchos temas de orden ético que me crearon el dilema como lectora de pensar “¿Y yo que hubiera hecho?”.