Este post lo vengo posponiendo porque siempre creo que podría darles una nueva oportunidad, pero creo que los responsables de Tiendas Vesta deberían saber que hay cosas que funcionan pésimo.
El día martes 8, aprovechando el feriado, fuimos con Guille al local del Dino de Rodríguez del Busto a comprar una cocina.
Obviamente por el día no laborable había mucha gente y los vendedores estaban todos ocupados.
Cada vez que veíamos a algún señor con camisa, corbata y cara de “qué día de locos” le preguntábamos si nos podía atender para, sin más trámite, comprar la cocina más baratita.
Uno era de la sección deco. El otro era de textil. El otro era un repositor. Y al parecer el encargado de electrónica y hogar estaba muy ocupado con otro cliente.
Considerando que si teníamos que esperar media hora para encontrar un vendedor y otra media hora haciendo fila, bien podríamos ir al Dino de San Vicente a hacer la compra. Total, los días así son para relajarse y no hacerse problema, ¿No?
Cruzamos media Córdoba para ir a Tiendas Vesta de San Vicente y ya nos alegramos cuando vimos que había mucho lugar para estacionar. Sin embargo, la alegría se me fue apenas entramos y nos paramos como pareja mielera a ver los arbolitos de navidad.
– Disculpame, no podés entrar con cartera. La tenés que dejar en los lockers que están junto a la escalera. -Dijo el guardia de seguridad.
Como oveja de rebaño, agachamos la cabeza y fuimos hasta los lockers… pero cuando no encontré la bendita moneda de $1 para ponerle me detuve a pensar qué estaba haciendo. Yo no tengo por qué complicarme por un problema que no es mío. Yo no voy a robarles nada y, de última, tampoco pueden presuponerlo porque llevo una cartera (mochillita tipo bandó, más exactamente).
Sépalo, señor guardia de Tiendas Vesta: todas las mujeres, quien más quien menos, andamos con algo para juntar nuestros bártulos. Así que acéptelo o cambie de oficio.
En ese momento, ya fastidiada, lo mandé a Guille que averigue de la cocina y yo lo esperaba en el Café Cultural, haciendo piquete con un submarino.
Al rato volvió mi chico, con su cocina ya vista y acusándome que adentro estaba lleno de mujeres con carteras y mas grandes que la mia.
¡Ah! ¡es portación de cara entonces! ¡Tengo cara de ladrona, chora, punga, mechera y/o todas las anteriores!
Vea Señor Guardia de Seguridad de Tiendas Vesta: por mi culpa no cerró Casa Tía, así que no me acuse de ladrona por las dudas.
Y para que usted lo sepa, si lo quiero afanar no necesito de una cartera para esconder cosas, puedo googlear y seguro aparecen 200 opciones más creativas que guardarme un par de medias de $5 en un bolso.
Como estaba dispuesta a luchar contra el sistema, fuimos a la tienda de nuevo a comprar la cocina y volvió el tipo a decirme que no podía entrar con mi mochilita. Entoces Guille arremetió, citando a Liniers: si vos le pedís el bolso pensando que ella te va a robar, vos dame tu DNI, porque yo puedo pensar que le vas a robar a ella.
Y ahí el tipo no dijo nada más y fuimos directamente a la caja.
Como dijo Guille, ADENTRO ESTABA LLENO DE MUJERES CON BOLSOS, carteras, etc, entonces ¿cómo es la cosa? ¿Se controla a unas y a otras no? ¿O el trabajo del guardia consiste en asustar un poco a algunos para parecer que labura?
¿Cómo puede ser que en la sucursal del Rodríguez del Busto anduve por todos lados sin problemas y en la de San Vicente no me querían dejar entrar con mi mochilita?
Como segunda cuestión, y ya que estamos contando cosas de este negocio, es preguntarles a los responsables de los locales por qué son eternas las colas en las cajas.
Recuerdo hacer ido un jueves a la siesta hace un par de meses, tipo tres de la tarde. Se escuchaba el sonido del viento y pasaban los yuyos rodando al mejor estilo lejano oeste de la soledad que había en el local.
Habiendo tres cajas habilitadas estuve 40 minutos haciendo cola para pagar un par de pantalones. Toda la gente que había en el local, unas 8-10 personas, estabamos en esa fila.
Una caja estaba con una pareja de recién casados que estaban retirando sus regalos de bodas. Otra estaba atendiendo a embarazadas (parece que se habían puesto de acuerdo para caer todas ese día) y la única habilitada para el resto estaba demorada por problemas con un código de la persona que estaba intentando efectuar su compra.
El resto nos aburríamos como hongos, porque ni un plasma con videos como para tolerar el embole de la espera hay sobre las cajas.
Creo que tanto lo del guardia como lo de las esperas en los pagos, son cosas que molestan a la experiencia del cliente en el local y que no son tan complicadas de resolver.