Después de haber leído El hombrecito verde y su pájaro y La torre de cubos me cruzo con este libro que pese a ser un cuento tiene un lenguaje muy poético.

La historia es sencilla y cuenta que en una tarde de invierno en la escuela los chicos hacían figuras con el humito de vapor que salía de sus bocas por el frío.

Tanto imaginar formas imposibles termina por crear los picaflores que le mostrarán a la seño Sonia que cuando se es grande todavía hay tiempo para soñar como un chico.

Como con otros libros que he leído de esta autora, me parece que está ok. No me emociona particularmente ni son textos que me llamen la atención. De todas maneras por ser una referente de la literatura infantil me imagino que debe haber muchos fans y seguidores de su obra.

Así como Huxley me sorprendió con el dato que había escrito Los cuervos de Pearblossom para su sobrina, la mayoría de nosotros pensamos en Ray Bradbury como el autor de libros como Crónicas Marcianas y Fahrenheit 451. Sin embargo, también tiene esta obra para chicos que disfrutarán muchos grandes.

La historia en sí misma es sencilla y parte del miedo que manifiestan muchos chicos a la noche y la oscuridad. Ese miedo se acabará cuando aparece la niña que ilumina la noche de la que habla el título; la cual le muestra las bellezas que ofrece la noche y que pueden disfrutarse con todos los sentidos.

Para los que hemos leído a Bradbury en su costado Sci-Fi, quizás nos sorprenda para bien leer un texto como este donde abunda la sensibilidad, el lenguaje poético y los miedos terrenales de un niño.

El ejemplar que leí para hacer esta reseña fue ublicado en la colección Dulce de leche del diario La Voz del Interior de Córdoba durante los años 1995/96.En esa edición la portada dice “Graciela D’Lucca de Bialet. San Farrancho” y no se menciona “Y si uno ya sabe la RR”, el otro cuento incluído en el fascículo.

Posteriormente, se publicó en CB Ediciones con el título “San Farrancho y otros cuentos” en el año 2000. Dado que no me crucé con ninguna web que contenga un índice del libro no he podido saber cuáles son los demás cuentos incluídos.

Me limito a hacer la reseña de los dos textos que leí:

  • San Farrancho: un cuento con humor que toma como foco la capacidad de simbolizar de los chicos.
    Pancho es un nene un poco atropellado que siempre entiende las cosas como se le vienen a la cabeza. Cuando su abuela dijo que a la vecina le faltaban unos tornillos, él fue a tocarle el timbre para regalarle algunos que le sobraban. Y así con todo.
    A causa de esto su familia le dice “Pancho, Pancho ¿Por qué hacés de todo un zafarrancho?”.
    Por suerte una de sus amigas le enseñará una oración para recitar cuando tenga dudas sobre qué es lo que debe decir o hacer.
  • Y si uno ya sabe la RR: esto es más una anécdota personal que un cuento en sí mismo. Julián, el hijo de la autora, se escapó de la clase de lengua. Cuando su mamá le preguntó por qué él dio una respuesta que solo un chico podría dar.

Me gustaron las historias, son sencillas, cortas e ideales para usarlas en las clases de lengua de la primaria.

Este autor tiene la particularidad de ser ilustrador de textos ajenos (como este y estos) y de haber creado sus propios libros con personajes estrambóticos y alocados.

Así como en el Diario del Capitán Arsenio nos encontramos con un inventor de máquinas de volar, en éste caso veremos el desastroso resultado del viaje inaugural de la teletransportadora del Doctor Vitina.

Todo comienza con la entrega de los Súper Premios, un galardón que se entrega cada cincuenta años a las mejores parejas de Héroe-Villano del universo.

Para facilitar el traslado de los ternados, Vitina crea una máquina con restos de electrodomésticos en desuso. Lamentablemente, no todo funciona bien y los ilustres invitados a la fiesta terminan cortados en tres partes: cabeza, tronco y piernas. Read more »

De esta autora ya había leído Un e-mail para la abuela y Los hermanos no son cuento.

Este cuento bien podría estar incluído en los 15 de brujas porque muestra como estas mujeres maléficas hacen de las suyas para complicarles la vida a los chicos. Desgraciadamente para ellos los adultos no pueden verlas, de ahí que siempre repitan “Niños, las brujas no existen”.

Es un cuento sencillo, sin muchas pretenciones y, debo decirlo, me parece mucho menos atractivo que los que leí anteriormente de esta autora.

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