Este post lo vengo masticando hace años y como sé que va a ser largo y difícil de escribir lo pospongo siempre. Pero creo que al menos alguna aproximación puedo ir haciendo y de allí ampliarlo o editarlo.
Partiré desde la siguiente base:
ME GUSTA LA MÚSICA DE RICARDO ARJONA.
ES MÁS, FUI AL RECITAL QUE HIZO EL 7 DE ABRIL EN CÓRDOBA.
ME SIENTO IDENTIFICADA CON MUCHAS DE SUS CANCIONES Y LAS HE ESCUCHADO MONTONES DE VECES.
ME HE COMPRADO SUS CDS ORIGINALES.
HE ESCUCHADO DETENIDAMENTE SUS ENTREVISTAS EN YOU TUBE.
SI ESTOY VIENDO TELE Y ANUNCIAN QUE ESTARÁ EN UN PROGRAMA O JUSTO LO ENGANCHO HACIENDO ZAPPING, NO PUEDO DEJAR DE VERLO.NO ME AUTODENOMINO FAN (no me siento fan de nadie en este universo y otros posibles), PERO ES UNO DE LOS ARTISTAS QUE MÁS DISFRUTO.
¿Por qué las mayúsculas? Porque parece que fuera un acto casi de valentía admitir en público algo tan personal como un gusto musical por determinado artista o estilo de música.
Pongo como caso testigo el mío, pero podríamos cambiar Arjona por Pimpinela o por cuarteto; lo mismo dá para el que se siente no sólo con el derecho sino también con la obligación de hacerle saber a su interlocutor que es un flor de pelotudo por sus gustos musicales.
Y cuando esto sucede entran a aparecer las argumentaciones más insostenibles para confirmar que los que escuchamos “música incorrecta” somos unos giles (también somos incultos y sordos, por si no supimos leerlo entre líneas).
Estas peroratas anti alguien o algo son una colección de frases hechas que como no resisten el menor análisis (en su favor), voy a revisar una por una. ¡Espero que las disfruten!
1- X (inserte aquí artista o género) no es arte.
Primera cuestión a discutir: ¿Qué es el Arte?
Miles de filósofos, pensadores, libros, apuntes y debatidores del bar de la esquina han hablado sobre el tema y hasta el día de hoy no se han puesto de acuerdo. La única cosa que les ha quedado más o menos clara es que el concepto de “lo que es arte” va cambiando con el tiempo, con la sociedad, con las posibilidades expresivas y, por qué no, con la tecnología.
El que tenga ganas puede revisar el libro Historia de Seis ideas de W. Tatarkiewicz, que tuve que leer de pe a pa cuando cursé la materia Estética en la facu, y va a ver que lo que le digo es más o menos así.
Si no hay un consenso sobre lo que es el Arte como proceso y resultado de diferentes acciones humanas en pos de un fin estético ¿¿¿cómo es posible que Juancito Pérez venga a decirme qué cosa es Arte y qué otra no lo es???
Como estoy buena, voy a reducir un poco el campo de análisis a ver si logra convencerme: definamos, al menos, qué es un hecho artístico; como para ver si así podemos dejar afuera a X o no.
Otra vez nos encontraremos con que es imposible dar una definión de qué cosa concreta SÍ es un hecho artístico y qué no lo es.
Y este fenómeno se explica porque hay al menos tres elementos interviniendo en la ecuación: el artista, la obra y el observador (evitaré hablar de público porque se trata de un colectivo que jamás es uniforme).
El artista crea su obra como un hecho artístico y el observador es quien evalúa ese hecho como arte (o no), pero siempre en relación a sí mismo. Y es acá donde aparece un concepto interesantísimo como resultado de la interacción obra-observador: la Experiencia Estética. Recuerdo que la definición que dió mi profesora en clase fue casi la descripción de un orgasmo.
Al igual que el orgasmo, la experiencia estética que nos produce un determinado hecho artístico es indescriptible en términos de lenguaje e intransferible en términos de sensaciones físicas, emocionales y espirituales. Y tan importante como eso: ES ABSOLUTAMENTE PERSONAL E INDIVIDUAL. Por lo tanto mi experiencia estética en un recital siempre será diferente del que tengo al lado aún cuando ambos disfrutemos del momento.
El lector atento me objetará que hay obras que indiscutiblemente son arte, como La Piedad de Miguel Ángel o la 5ta sinfonía de Beethoven. Sin embargo, déjenme aguarles la fiesta dándoles una buena noticia: tanto el arte como la ciencia son producto de convenciones sociales, por lo tanto para que algo se transforme en “indudablemente artístico” (calificativo extraño, si los hay) es sólo porque mucha gente se puso de acuerdo en decir que lo es en un momento y lugar determinado, no porque el hecho artístico en si mismo lo haya demostrado de alguna manera. En este sentido, la ciencia le saca ventaja al arte porque los hechos supuestamente científicos pueden someterse a pruebas que comprueben o refuten postulados; lo que, teóricamente, nos evitaría ver ciencia donde no la hay. Aunque como siempre están los que prefieren seguir creyendo que la autopsia del caso Roswell fue real 😀
Recapitulando: no existe consenso sobre la definición de Arte, no existe consenso sobre qué cosas específicas entran en la categoría de hecho artístico, las experiencias estéticas son subjetivas y personales, y para que algo sea rotulado como Arte se tiene que poner mucha gente de acuerdo porque el objeto por sí mismo no puede demostrarlo.
Desarmando argumentos llego a la conclusión que la trampa en la que caen muchos es querer erigirse en censores o en curadores totalitarios de las diferentes formas que toman los hechos artísticos; cosa que, por cierto, es absolutamente incompatible con el concepto de ruptura que propusieron las vanguardias del siglo XX, las cuales sentaron las bases que hoy sostienen a disciplinas que van desde la arquitectura hasta la moda.
O sea que mientras más se ningunee formas artísticas no compatibles con los gustos de Juan Pérez, más cerca estaremos de un mundo conservador, estático y que sólo permite reproducir lo que algunos individuos dicen que merece ser reproducido ¡justamente lo que se le critica a la multimillonaria industria del entretenimiento!
En todos los tiempos y países se han eliminado artistas, se destruyeron obras y se evitó que el público consuma cierto tipo de material con las excusas más descabelladas. ¿Por qué en lugar de celebrar la diversidad nos cerramos a ella? ¿Acaso no hemos aprendido nada todavía?
Tarea para el que se cree culto por pegarle a Arjona: Justificar por qué son arte estas dos pinturas mundialmente famosas. El nacimiento de Venus de Boticelli (1482-1484) y Cuadrado blanco sobre fondo blanco de Malevich (1918).
2- X es música comercial mientras que Z no lo es.
¡Uno de mis favoritos! Este argumento se puede desarmar en dos partes:
La primera es que todo trabajo realizado a cambio de dinero, bienes o beneficios personales tiene un fin comercial.
Al día de hoy no he escuchado a ningún verdulero, carnicero, panadero o sodero definirse como “comercial o no comercial”.
Y aún así puedo ver que don José es el preferido en mi barrio porque la elige de los mejores proveedores del mercado, don Carlos se ganó a su clientela atendiéndolos con esmero así compren puchero o lomo, Marisa la panadera siempre me dá un criollo de yapa y el sodero me banca unos días si no tengo para pagarle.
Ellos no necesitan ponerse o quitarse rótulos porque su arte no pasa por sostener egos sino por hacer su trabajo como se debe.
En la vereda del frente tenemos a los artistas, que como no pueden competir con la importancia social que tiene un kilo de bola de lomo necesitan desesperadamente aclarar y hacer saber al mundo que existen dos categorías: los comerciales y los no-comerciales, para acto seguido dar a conocer de qué lado están… ¡sus colegas!
Curiosamente siempre el que se pone a hacer estas aclaraciones suele ser el caído en desgracia que se enoja con cosas que no le pasan o que dejaron de pasarle, como bien supo decir Arjona sobre Fito Páez. También es un discurso típico del crítico mediocre que piensa que matando gente va a conseguir un mejor laburo o un aumento.
Para que quede claro: a menos que uno se dedique full time a una ONG sin cobrar un centavo y viva ascéticamente, TODOS somos comerciales en mayor o en menor medida.
Por lo tanto todos los artistas son comerciales, incluído ese rockerito entrado en años que se hace el rebelde ecologista y sale con la modelo top de turno.
Pónganse a averigüar y verán que el cantante más exitoso y no-comercial del mundo tiene, como mínimo, un peluquero, un vestuarista, un maquillador y un asistente personal. También tiene un equipo de relacionistas públicos, asesores de imagen, un buen bufet de abogados que cuida sus intereses (y lo defiende de sus ex mujeres y madres de sus hijos, sobre todo), contadores que llevan sus números e inversores que hacen que su fortuna aumente. Y de ahí en más pueden agregar lo que la imaginación les permita: chofer, paseador de perro, masajista y obviamente todo el equipo de gente que trabaja con él en su carrera musical.
Así que lo siento, no me trago el verso de lo no-comercial como eufemismo de “lo hago por amor y no por plata, no se dejen llevar por el Rolex de oro y la Ferrari de la puerta”.
La segunda parte de este argumento es que la palabra “Comercial” es una chicana semántica para evitar el discurso elitista que en realidad connotan. La clave en esto es ver los sinónimos.
Uno de los más usados es “Masivo”. Se habla de “música para un público masivo” o “de música para la masa”. Lo masivo significa que hablamos de algo que le gusta a mucha gente; y si es algo que le gusta a mucha gente no es más ni menos que algo popular. Dice la Rae:
popular.
(Del lat. populāris).1. adj. Perteneciente o relativo al pueblo.
2. adj. Que es peculiar del pueblo o procede de él.
3. adj. Propio de las clases sociales menos favorecidas.
4. adj. Que está al alcance de los menos dotados económica o culturalmente.
5. adj. Que es estimado o, al menos, conocido por el público en general.
6. adj. Dicho de una forma de cultura: Considerada por el pueblo propia y constitutiva de su tradición.
Quedaría muy feo que los artistas critiquen lo popular, ¿no?. Además va contra la pose políticamente comprometida, contestataria y rebelde eso de estar en contra del pueblo, aunque ese pueblo sea tan bruto e ignorante que no comprenda lo que verdaderamente es música y escuche a Chayanne o a Damián Córdoba.
Por eso el manual del artista políticamente correcto indica que a los que hay que darles duro y parejo es a los tipos de la elite, a los capitalistas y a los burgueses… que muchas veces son los que llenan festivales de rock antisistema auspiciados por marcas de celulares y de cerveza, que consumen música en un idioma que la mayoría de la población no comprende y que pagan entradas de 5000 pesos para ver a gente no-comercial como McCartney o Madonna, por ejemplo.
Es por esto que a mi me queda la sensación que entre algunos artistas, críticos y consumidores hay un verdadero asco que no tienen la decencia de blanquear por todo aquello que represente a lo popular.
Lo que hay que evitar a toda costa es contaminarse con la mugre que representa la señora que le gusta Marco Antonio Solís o con la negrada que va a los bailes. De vez en cuando se bancarán que su cantante cool haga un dúo con alguno de estos artistas como para parecer open mind, pero a la vieja y al villero los van a seguir tratando de imbéciles que no saben de arte.
Y quizás hasta mejor que no sepan, porque si los que supuestamente tienen toda la cultura encima los discriminan, los marginan y los tratan de idiotas ¿para que consumir algo que nos va a volver como ellos?
Tarea 2: Justificar qué obra es más comercial y por qué. Madona sixtina (1513-1514), Rafael por encargo de la Iglesia Católica. Lata de sopa Campbell (1962), Andy Warhol.
Este post continuará, porque aún quedan varios argumentos para cuestionar.