Hace mucho tiempo y a trastiendas de la vieja aldea -allá por el “Barrio de Las Quintas” (actual San Vicente, inaugurado el 19/6/1870 por Agustín Garzón), un buen día entró a la Peluquería de Don Gómez, que estaba cerquita del viejo matadero (inaugurado en el ano 1858); un popular personaje de aquellos dominios a quien apodaban “EI Cordero” (por su abultada cabellera) y que no tenía ocupación fija, pues solía con asiduidad cambiar sus actividades laborales con pasmosa transición, desempeñando por ejemplo en una jornada diversas ocupaciones.
Precisamenteen ese local “esperando sus respectlvos turnos”, estaban entre otros: “Plato de Leche”, personaje que se desempeñaba como Inspector de La Carreta (Empresa Tranway Colonia San Vicente, inaugurado en el año 1881), “EI Chino Maidana” (funcionario de La Movible, posteriormente Escuadrón 0 Guardia de Seguridad,etc.), Serapio Peralta (mas conocido como “Cara de Molde para hacer Diablitos”) etc., etc.
Todos los presentes se sorprendieron de la presencia del “Cordero”, sobre todo por ser poco afecto a dejarse cortar sus “acolchonados cabellos”. Motivo que dio lugar para que alguno de los clientes de Don G6mez el peluquero, exclamara: “Señores miren quien viene…!, “EI Cordero” y parece que el hombre viene con la intencion de “rendirse (cortarse eI pelo). Lo cual provocó la carcajada de la concurrencia.
Luego de los saludos de práctica, el recien lIegado sentose en una silla que estaba ubicada entre “Plato de Leche” y “Cara de Molde para Hacer Diablitos”. Este último, preguntole a “EI Cordero” en qué actividades andaba, contestándole el interrogado: “Estoy conchabado de lacayo fúnebre en una empresa mortuoria y por mi buen comportamiento me han ascendido como “Conductor de Carrozas de Doble Yuntas” (es decir de 4 caballos).
AI enterarse de ello, uno de los presentes pidiole a “EI Cordero”, que avisara a los muchachos cuando tuviera un servicio funebre para “algún rico, a fin de ir a tomar unas copas al velatorio y dar un paseo en coche de plaza hasta el cementeno” (Costumbre muy arraigada entre la muchachada de aquellos tlempos); contestando “EI Cordero”, que precisamente habra venido a cortarse el cabello, porque tenía un servlclo de categoría e iria a debutar como “Conductor de Doble Yuntas”, agregando que se había probado frente al espejo el jacquet y la galera y que parecía como un Presidente de la Nacion con esas prendas.
Cuentan que casi todos los cllentes de Don.Gómez, “se anotaron” para concurrir al velatorio y al entierro que al día sigulente se realizaría en el Cementerio San Jerónlmo (inaugurado en tiempos de Manuel Lopez “Quebracho”, en abrll de 1843).
Ocurrio que después del velatorio donde bebleron cualquier cantidad de bebidas finas, al otro día los muchachos ocupando varios coches de plaza, llegaron hasta la necrópolis, donde luego de la ceremonia de inhumación de los restos mortales del rico, decidieron para rematar el evento, hacer “una parada” en un boliche ubicado en la vieja “Bajada de Baracaldo”, situación que fue comunicada a “EI Cordero”, quien después del servicio se hizo presente en aquel lugar con su coche fúnebre, creyendo que no sería mucha la demora.
Pero resultó que entre copas y copas, los muchachos y “EI Cordero” se emborracharon y para colmo de los males se había desatado una lIuvia torrencial que no daba oportunidad de abandonar el referido boliche.
Lo verdadero y cierto fue que como consecuencia de esa demora al día siguiente la Empresa Funebre donde trabajaba “EI Cordero”, denunció en la Comisaría respectiva el robo de una de sus carrozas fúnebres de doble yuntas, conjuntamente con su conductor y acompañante.
Según el sumario policial los elementos desaparecidos fueron ubicados cerca del actual Puente de La Tablada, agregando el informe que en el interior de la carroza, hallaron a su conductor, el susodicho “EI Cordero”, conjuntamente con su acompañante, a un vigilante de la policia y a otros sujetos profundamente dormidos, entre envases vacíos de bebidas alcohólicas, “sin haber sufrido daños los elementos denunciados…”.
Extraído de Para recibirse de cordobés. Un emotivo tratado de cordobesía de la Córdoba culta, de Arturo Romanzini. Córdoba 1983.