Querida amiga:
Hoy decidí escribirte esta carta después de haber leído lo que pusiste en Facebook. Antes, en los viejos tiempos, tan solo yo sabía lo lamentable de tu vida romántica, pero como las cosas han cambiado y todo lo privado se ha vuelto público es que me veo en la obligación de escribirte esto en mi propio blog.
Desde nuestra adolescencia salís con tipos que son un desastre. Uno peor que el otro, aún cuando para mi asombro (y el de todos los que te conocen y te quieren) siempre podés encontrar candidatos que superen al anterior en sus defectos.
Y el problema no solo es que no son buenos chicos, sino que tenés un record de abandonos en situaciones bizarras que servirían de inspiración a cientos de guionistas de cine. El que me dejó a mi por chat no le llega ni a los callos a los que te han cortado a vos en las circunstancias más inverosímiles.
Entonces, amiga, con una mano en el corazón te pregunto: ¿hasta cuándo vas a salir con pelotudos?
Mirá que una y otra vez me jurás, taza en mano y lágrimas en la cara, que nunca más mirás a un tipo. ¿Y qué pasa al tiempo? te me aparecés del brazo de un mamarracho y me lo presentás como (guiño-sonrisa) Pepito (sonrisa-guiño), mientras tu ojos me dicen “¡¿No es di-vi-no?!”.
Al principio no entendía muy bien cuál era tu problema. Después lo que no entendía era de dónde los sacabas. Porque mirá que yo ando por acá y por allá, pero gente de ese tipo no se ve en todos lados. Aunque ahora que lo pienso debe ser la percepción selectiva: mientras yo ni me percato que hombres así existen, vos podés reconocer a uno a kilómetros de distancia y cual gacela en celo corrés a él en busca de pareja de apareamiento al mejor estilo NatGeo. Lo malo es que en lugar de cortarla en “eso”, vos ves al padre de tus hijos en ese animal.
Pensando en esto la única solución que encuentro es que el municipio implemente por ordenanza un registro para elegir parejas, similar al que pide para manejar un auto. Si no aprobás en un 60% las 55 preguntas del examen escrito sobre el tema no tenés permitido elegir por vos misma y deberás ceder esa facultad a alguien calificado.
Por ejemplo, si te saliera en el múltiple opción: “¿Saldría usted con un tipo casado?” y las opciones fueran Sí, No y El dice que no están juntos pero que vive en la casa por los chicos, ¿cuál elegirías?
Y si la pregunta fuera: “¿Saldría usted con un tipo que fuma hasta espirales?” y las opciones fueran Sí, No, Es un loco lindo nada más, ¿cuál marcarías?
Desgraciadamente, puede que pase lo mismo que con el carnet de los autos: hay gente que aprueba la teoría, pero en la práctica sigue habiendo muchos accidentes. Y te conozco lo suficiente como para saber que chocarías hasta andando en el pata-pata de tu sobrino.
Así que mi último recurso es escribirte para que consideres un examen de conciencia y veas en perspectiva las últimas relaciones que has tenido y las coincidencias poco favorables que ha habido entre esos muchachos. Quizás te des cuenta que no solo es que ellos no son buenos chanchos, si no que has sido vos la que eligió esa piara para alimentar.
Resumiendo mi punto: no son ellos, sos vos que los elegís una y otra vez. Dejá de salir con tipos que no te convienen.
Pensálo.
Te quiere, tu amiga.