Volviendo al posteo y con un texto bien geek, esto va dedicado para todos mis amigos bloggeros que se ríen de chistes de php y cosas afines porque los entienden.
Desde los 14 o 15 años ya sabía lo que era y usaba internet en el instituto de computación al que asistía para aprender word y esas boludeces. En el año ’95 del siglo pasado, la mayoría de los mortales ni siquiera sabía que existía internet ni cuánto se metería en sus vidas. Pero yo si y me gustaba mucho.
Vivir en un pueblo siempre implicó, de alguna manera, vivir en un espacio más tradicional y que no se atrevía a grandes cambios ni a cosas muy locas, por lo que, para ir convenciendo a mis padres que una compu era indispensable en mi casa empecé a comprar revistas del rubro, lo que significó que ellos, con mucha imaginación, empezaron a pensar que la nena les iba a salir analista de sistemas.
Yo las compraba y leía algunas cosas, aunque la gran mayoría ni las entendía. Pero bueh, lo importante era que me compren la compu.
Gracias a eso, por años mi sótano guardó una pila de revistas de computación que han llegado hasta hoy. O habian, al menos, porque mi hermana no sé para qué las sacó hace unas semanas atrás y desaparecieron todas menos una que en un título enorme reza “Claves para navegar en internet”. Es una Compumagazine de marzo de 1996.
Revisando un poco los contenidos me encontré con el editorial que se titula ¿Revolución comunicacional o narcicismo de la información? , firmado por la licenciada Viviana Alonso, que cuenta algo muy curioso:
Hace sólo unos años, Umberto Eco escribía acerca de una molestia de origen tecnológico. Su fax personal aparecía cada mañana con una estela de metros de mensajes enviados, todos derivados del marketing y la publicidad. Con el café en una mano y rollos de promociones y propagandas en la otra, el escritor italiano veía invadida su privacidad por una multitud de mensajes no deseados -ni pedidos- y se preguntaba por el límite entre el servicio técnico verdaderamente útil y el crecimiento paarasitario surgido a su alrededor.
y más abajo dice:
Mucho antes de que Umberto Eco amaneciera con el síndrome de malhumor mediático a causa del fax, otro gran hombre de letras, el poeta T.S. Eliot, dejaba escrita una de las advertencias más bellas al respecto: “¿Cómo recuperaremos la comunicación que hemos perdido en información?”.
Por último, y como dato significativo dice que para marzo de 1996, los argentinos con acceso a internet eran sólo 30.000 con una escasa cantidad de contenidos locales on line.
Algunos escaneos con datos de color.
Próximamente más cosas de esta revista (o como hacer posts sin tener que pensar mucho 😛 )