En 2009 escribí el post 10 razones para que te animes a empezar una terapia psicólógica y hace unos días por el comentario de una lectora comprendí que hacía falta escribir una especie de continuación de ese artículo.
El caso de ella puede ser el de muchos: empezó a ver a un psicólogo para tratar sus temas y al poco tiempo dejó porque no le gustaba. Obviamente quedó muy frustrada con la situación y aunque piensa que todavía tiene cosas por resolver no cree que vaya a encontrar la solución en ningún consultorio. Como dice el refrán: el que se quema con leche ve la vaca y llora.
Pues bien, pensando en esto les daré algunos consejos desde mi experiencia como paciente.
1- Empezá por un examen de conciencia sincero: ¿estás seguro que estás listo para empezar este proceso?
Sabés que estás mal, sabés que querés cambiar cosas, sabés que necesitás ayuda y aún así te cuesta horrores hacer algo al respecto.
Sobre este tema me viene a la mente una frase de Gabriel Rolón:
La voluntad es algo de lo que el psicoanálisis ha demostrado que vale la pena desconfiar. (…) Cuando alguien dice “Yo voy a hacer esto” está diciendo que tiene un sólo deseo en su vida. (…) Hay otra parte, otras ideas, otras emociones que dicen “yo no”. La contradicción es parte del sujeto humano.
En algún punto tenés que tener la convicción de que es lo que tenés que hacer para salir de donde estás, porque de lo contrario van a empezar a aparecer las objeciones más inverosímiles para no seguirlo.
2- Si estás listo, ¿sabés por qué o para qué vas a ver a un profesional?
Hay algo que siempre sucede: uno va por una cosa, y resulta que después el problema venía de otro lado. Es más o menos como ir al médico por tener acné y que te diagnostiquen algo en la tiroides que explica por qué estás lleno de granos 😀
Mucha gente se siente frustrada porque lleva a la sesión su problema inmediato (“mis chicos se pelean todo el día”, por ejemplo) pero no ve o no asume que hay cuestiones de fondo que están generando ese síntoma. Si no se resuelve el origen de los conflictos la problemática se va a repetir o, aún peor, va a ir creciendo con el tiempo.
Entonces, cuando llegues a la terapia, date margen y dale margen al profesional para que te lleve por caminos que aparentemente no tienen que ver con lo que pensabas inicialmente.
3- Ok, ya lo pensé, creo que estoy listo, ahora ¿de dónde saco un psicólogo?
– Cartilla de la obra social: si contás con este servicio empezá por ahí porque es lo que menos va a hacer sufrir a tu bolsillo.
– Area de recursos humanos de tu trabajo: las empresas que cuentan con este departamento quizás puedan orientarte en la selección o al menos tener referencias de algún profesional, sea que trabaje con ellos o que tenga un consultorio particular.
– Area de asuntos estudiantiles de tu universidad: no sé como será este tema en otros lados, pero en la universidad privada donde yo estudié tenía una hora semanal gratuita con una psicóloga. De hecho me enteré de que tenía una psicóloga a mi disposición cuando me llamó para preguntarme si me pasaba algo porque últimamente estaba faltando mucho en diferentes materias. De ahí pautamos un encuentro y creo que todo lo que lloré ese día la convenció de que sería mejor vernos más seguido 😀
La verdad es que por esto le estaré eternamente agradecida a la UES21, realmente se preocuparon por mi como persona más allá de lo académico.
– Centros de salud pública: si bien hay hospitales y hasta dispensarios que ofrecen el servicio para quienes no pueden pagarlo, no suelen ser los mejores lugares para acudir porque no dan abasto con la demanda que hay y muchas veces los profesionales trabajan en condiciones poco favorables en cuanto a infraestructura, carga horaria y en sueldos.
Seguramente hay excepciones, por eso lo ideal es que se informen en sus lugares de residencia.
– Psicólogos que conozcas: por una cuestión de objetividad profesional no podés buscarte a un amigo, pariente o persona cercana como tu terapeuta, pero sí pueden servirte de marco de referencia para conocer a alguien que se adapte a tu perfil.
A mi modo de ver pueden ser la opción más segura para dar en el clavo con el profesional más adecuado para vos.
– Recomendaciones de gente con buenas intenciones pero poco espíritu crítico: siempre habrá un pariente, un amigo, un conocido o un compañero de trabajo que te va a recomendar a alguien buenísimo con el que hace terapia hace años.
Pensálo de esta forma: tu colega es medio hippie, tiene un cactus con nombre en su escritorio y para el almuerzo lleva quinoa con semillas de chia y lino; mientras que vos tenés la tarjeta en rojo todos los meses por comprarte ropa, estás media hora en la ducha sin importarte el medio ambiente y hasta te duele ver la foto de una milanesa de soja…
Aunque no lo parezca, a veces los pacientes son un buen indicio de que “onda” es el psicólogo. ¡Ojo! no digo que el hippie y vos no puedan ir al mismo, porque como te imaginarás en los consultorios estamos loquitos de todos los colores y tipos :p Más bien te digo que averigües un poco más sobre el profesional recomendado si la persona que te lo menciona es muy diferente a vos.
Al menos en mi experiencia, las recomendaciones de este tipo tienen baja tasa de éxito.
– Medios de comunicación masivos: hay profesionales que tienen participación en tele, radio, diarios y revistas. Si sentís que alguno de ellos puede ser el indicado para vos y es accesible para una terapia personal, deberías intentar contactarlo. Con accesible me refiero a que si vivís en Córdoba sería poco realista buscar a Rolón o a Pilar Sordo (a menos que te sobre plata para viajar a verlos, claro).
El mismo Rolón contó en uno de sus libros que su exposición mediática le hacía pensar a la gente que cobraba carísimo y por eso le costaba conseguir pacientes, cuando en realidad no era así. Por eso les recomiendo que aunque veas a esa persona en un medio y eso te intimide un poco, llames y preguntes cuánto cobra para sacarse la duda.
– Internet: podés buscar en:
– Colegios profesionales de psicólogos de tu área.
– Sitios web de psicología.
– Sitios personales profesionales de psicólogos: con esto me refiero a webs o blogs de uso profesional del psicólogo y no de aquellos donde desarrolla su vida personal.
– Facebook: vale decir lo mismo que en el caso anterior, lo que hay que buscar son las páginas o grupos profesionales y no el perfil personal del psicólogo/a, quien tiene todo el derecho del mundo a postear las fotos en malla de sus últimas vacaciones (yo siempre aconsejo ajustar al máximo las opciones de privacidad de FB para que cualquier persona que desee cuidar su imagen profesional no caiga en esto, pero soy consciente que no todo el mundo sabe cómo ni por qué es importante hacerlo).
4- Ya empecé a buscarlo, ¿tengo que saber las diferencias entre gestáltico, cognitivo o psicoanalista antes de llamar a alguien?
La verdad es que yo nunca pregunté de qué equipo eran hinchas las que me atendieron, para ser sincera. Es más, hará cosa de un año, cuando reseñé Encuentros (el lado B del amor) le pregunté a mi psicóloga si era importante saberlo y de qué era ella. Me dijo que no era importante saber ni entender de qué iba cada uno, si no que son diferentes enfoques para abordar la terapia y que cada profesional utiliza los que le resultan más afines.
Seguramente algún profesional tendrá sus fundamentos para decir por qué X es mejor que Z, pero la realidad es que los pacientes sólo sabemos de nuestro dolor y nos interesa más que alguien nos ayude que saber (y entender) qué tipo de terapia va a usar.
5- Tengo varios en vista ¿Qué más tendría que considerar?
– No está de más chequear su matricula profesional (y si querés, corroborarla con el colegio profesional).
Cuando llames a su consultorio:
– Preguntar si atienden tu obra social.
– Preguntar la disponibilidad horaria.
– Preguntar si dispone de otros lugares de atención si te queda a trasmano.
– Preguntar el precio de la sesión. Antes de que le digas “¡Qué caro!” a la secretaria, chequeá el Honorario mínimo ético publicado por el colegio correspondiente a tu área. Para citar un ejemplo, el de Córdoba lo podés ver acá.
Espero que te sea útil y que me dejes tus comentarios más abajo.