Hace algunas semanas estaba en la sala de espera del oftalmólogo y escuché como un señor de más de sesenta años le preguntaba a una niñita de 5 o 6 “¿Tenés noviooooo?”. Obviamente la nena con mucha vergüenza empezó a reirse y a decir que no tenía mientras el “adulto” insistía con el tema pretendiendo ser gracioso.
Algo similar vi que hacía Marley en su programa de juegos de la noche.
Hace algunos años recuerdo haber estado escuchando en Radio Mitre Córdoba el reportaje que le hacían a una nena misionera de 11 años respecto de un premio por su aporte a la sociedad, no recuerdo el motivo exactamente. Era una de esas clásicas notas donde el periodismo intenta remarcar los buenos ejemplos de la juventud que no está perdida, digamos.
Casi finalizando la nota, Flavia Irós soltó un “¿Y tenés novioooo?” que hizo sentír incomoda a la nena por lo que Lalo Freyre tuvo que intervenir para cambiar el tema y salvar una nota muy interesante de un final estrepitoso.
No sólo quedó desubicadísimo preguntarle eso a alguien que estaba siendo entrevistada por su compromiso con el bienestar social sino que la periodista, que casi no había intervenido en el desarrollo de la entrevista, se puso en el lugar de la tarada que no tuvo algo mejor que decir. No digo que lo sea, pero a mi como oyente me dió esa sensación ¡por algo todavía me acuerdo!.
¿Se imaginan una conferencia de prensa de los premios Nobel en donde los periodistas le preguntaran a los galardonados por su situación sentimental? Si no no lo harían con adultos ¿por qué se creen que es toda una ocurrencia hacerlo con chicos?
Me encantaría saber qué pasa por la cabeza de un boludo/a grande cuando piensa que la mejor pregunta para hacerle a una criatura es si tiene novio/a. ¿No se le ocurre nada mejor? ¿Quiere que los otros adultos se rían a costa del chico? ¿No le importa tener una charla con el chico por eso pregunta algo tan desubicado? ¿Piensa que preguntando cosas adultas queda como alguien simpático o “moderno”?
No me corresponde a mi elaborar teorías sobre si ese tipo de cosas sexualizan o adultizan a los niños, sabrán de ese tema los psicólogos más que yo; pero me parece que si un adulto quiere establecer un diálogo casual con un chico hay cientos de cosas que se le pueden preguntar y que el chico estará interesado en responder.
Es el adulto el que tiene que “bajar” al universo infantil: cosas de la escuela, de los juegos, de su tiempo libre, de su familia, de sus mascotas, de sus intereses y sus opiniones.
O hagan lo que yo, que he declarado abiertamente mi nulo interés por los niños (y por la mayoría de los adultos, para que vean que no discrimino): ignórenlos. Dejen a esos angelitos romper la paciencia de sus padres, revolcarse en los pasillos, saltar y berrear en paz. No hace falta que les den conversación y menos que les pregunten estupideces. A mi como adulta me da vergüenza ajena y me indigna que se trate a los chicos como si fueran tontitos (que no me gusten en general no quiere decir que no los defienda, pobres mocosos).
Si usted no puede con su genio y necesita hacerse el Daddy Brieva con cuanto chico se le cruce, al menos escuche lo que apunta la escritora Verónica Sukaczer:
Los chicos tienen sentido del humor, aunque usted no lo crea. Claro que es un humor diferente al de los adultos.
(…) los chicos viven en el mismo mundo que usted y escuchan las mismas noticias que usted. Es decir, saben de qué se trata casi todo, aunque algunas cosas las interpreten a su manera.
Por lo tanto, puede hablar de cosas “en serio” con un chico y obtener respuestas mil veces más interesantes de las que escucharía de boca de la mayoría de sus compañeros de trabajo o amigotes.
Mientras tanto, les sugiero a los padres que empiezen a entrenar a sus chicos para que retruquen tanta zonzera adulta con respuestas que a todos nos gustaría escuchar:
– ¿Y su matrimonio como anda?
– ¿Le pasa cuota alimentaria a sus hijos?
– ¿Le pega a su señora o a sus hijos?
– ¿Le hace esta pregunta estúpida a todos los chicos o sólo a mi?
– ¿Hace mucho que tiene ese mal aliento de fumador?
– ¿Usted es pedófilo?