De Graciela Montes había leído hace un tiempo Irulana y el ogronte y El club de los perfectos y la cité en el post La literatura infantil y el “mercado”, pero más allá de eso había tocado poco y nada su obra.
En esta ocasión el encuentro se produce mediante una novela corta para preadolescentes publicada por primera vez en 1988.
El dato de la fecha no es menor porque en la historia se hablará de “asaltos”, que no son a mano armada sino que habla de las fiestas que se organizaban en las casas donde las chicas ponían la comida y los varones la bebida. También se nombran cassettes, jugar a la botella, al cuarto oscuro y cosas por el estilo. Vale decir: muy de los ’80 en lo que se refiere a contextualizar a la protagonista.
En cuanto a la historia en sí, responde a lo que promete el título y leeremos los avatares de la protagonista con el bicho que habita en su guardapolvo.
Mi calificación de la historia sería un “Meh”. El libro no me resultó particularmente entretenido, el conflicto central no me vuelve loca, la protagonista no me llama la atención y el estilo narrativo no tiene nada que destaque (salvo por algunas repeticiones en torno a la timidez de la protagonista que cansan un poco).
Es un librito que está ok, da un rato de entretenimiento y no mucho más. Yo elegiría un texto un poco más nuevo como Frin para chicos de esta edad.