En este blog ya he repasado la primera y la tercera novela de Graciela Bialet, Los sapos de la memoria y Jamón del sánguche, respectivamente. Un dato de color es que ésta última es el libro con más cantidad de visitas de los últimos meses, por lo que imagino que está siendo muy usada en colegios de todo el país.
Más allá de estos datos, los invito a conocer la historia de Si tu signo no es cáncer.
Trama
Gabriela es una chica común y corriente de 16 años. Vive con su familia, tiene una mejor amiga, le gusta un chico, va al colegio y es fanática de todo lo que tiene que ver con la adivinación del futuro. Revisa el horóscopo del diario todos los días, entra a internet a ver sitios de los signos, tira el tarot, tiene libros de I Ching, sabe de ascendentes, cuadrantes y de cartas astrales.
La acción propiamente dicha comienza casi por la mitad del libro, cuando a raíz de un accidente de tránsito la protagonista descubrirá que los signos nunca le hablaron de algo que cambiará para siempre su vida.
– Tema central: se habla de un tema delicado, casi tabú, como en la novela Los ojos del perro siberiano.
– Esoterismo: dado que a esa edad es muy común que las chicas sean (hayamos sido 😀 ) de leer horóscopos, de ver si hay compatibilidad astral con el chico que les gusta y de hablar de la personalidad de tal o cual en base al signo; creo que la elección de este subtema ha sido un gran acierto y es lo que le otorga un carácter distintivo a la obra.
Por momentos es humorístico y por otros lleva implícita una ironización sobre la credulidad en estos asuntos donde se fuerzan interpretaciones para que encajen en lo que sucede.
– Relaciones familiares: con un toque de humor se habla de la vida en la casa de la protagonista, que desde hace un tiempo incluye a un cuñado que no le cae nada bien.
– Amor y amistad: como toda historia adolescente, no puede faltar el amor. Este aspecto está bastante bien tratado, sin exageraciones, sin generar situaciones traídas de los pelos para chicos de esa edad… hasta que comienza el aspecto dramático de la historia donde no me convence tanto.
La amistad también juega un papel importante porque aporta la complicidad, la frescura y los puntos de identificación con cualquier lector adolescente promedio.
– Frases: cada capítulo comienza con frases o párrafos de poetas, escritores o músicos que le dan un toque interesante e intertextual al libro. Debo confesar que no siempre entendí qué quiso decir la autora con algunas de las citas que incluyó. De todas maneras, son marginales a la historia que se cuenta.
Lo que no me gustó
– Reacciones de la madre y de la protagonista: en los momentos más angustiantes de la historia estos dos personajes actúan de una manera un poco cliché.
La mamá atacada a la que el padre le dice que se calla o se va, no hace más que reforzar la idea que en los momentos difíciles los hombres son fuertes y las mujeres histéricas. No digo que no se pueda contar una historia donde los roles se den así, simplemente me parece que la madre desbordada y colgada del guardapolvo de un médico a los gritos es muy de novela de la tele.
En cuanto a la protagonista, y si bien entiendo que se trata de un personaje adolescente que tiene sus altibajos, por momentos también cayó en la trampa de tener actitudes chiquilinas de programa de tele que diluyen el dramatismo que se creó con el tema central.
También me pareció medio novelera la relación que Gabriela establece con Felipe, su enamorado, a partir de su vida hospitalaria. Creo que una criatura de esa edad no vive el amor como una forma de mendicidad, eso es más de un discurso de adulto.
– Carta de lectores de la madre: en uno de los últimos capítulos la madre de la protagonista envía una carta de lectores a un diario local tocando el tema del trato de los médicos con los pacientes.
A mi honestamente no me sonó al tipo de carta que una madre escribiría. Es más, hasta me pareció que ese texto no había sido escrito específicamente para esta novela sino que era anterior o que tenía que ver con otra cosa y luego se incorporó al texto principal.
Teniendo en cuenta que la autora unió fragmentos de diferentes escritos suyos en Los sapos de la memoria, me da la impresión que esta carta también es un injerto dentro de la novela.
El texto en sí mismo por momentos es difuso y no me queda claro, a final de cuentas, a quién dirige su crítica o pedido de cambio.
En la carta no hay una autocrítica sobre el papel colaborativo que deben desempeñar los familiares de pacientes con el personal médico, así como tampoco veo que haya una conciencia clara de que el deber del profesional es mantener una distancia emocional para no verse afectado por las situaciones de vida y de muerte que pasan todos los días por sus manos.
Esto no quiere decir que no tenga sentimientos, si no que no se puede pretender que un cirujano los tenga a flor de piel cuando tiene que abrir a alguien para operarlo.
Evolución de la autora
Habiendo leído las tres novelas, creo que hay una notoria diferencia y mejoría en la calidad del texto entre una y otra.
“Los Sapos…” fue un libro que me convenció poco y al que le vi bastantes cosas objetables en cuanto a la construcción de los personajes y sus actitudes.
En “Si tu signo…” vi a una autora más pulida, capaz de crear personajes más sólidos (aún con algunos defectos, pero muchísimo mejor resueltos), y con los aspectos emocionales menos desbordados.
Me gustó mucho que se animó a jugar con el humor en un tema que podría haberse centrado solo en la “pobrecita a la que le pasó una desgracia que ojalá nunca nos toque”.
Finalmente, en “Jamón del sánguche” encontré una historia casi perfecta, con personajes con vida propia, sin actitudes forzadas, sin gestos de programa de TV, sin sobreactuaciones, sin melodrama.
Partiendo de la base que sin conflicto no hay historia posible, en esta novela se narran las cosas tal como ocurren en la vida y sin rasgarse las vestiduras como si el mundo fuera injusto. A veces las cosas simplemente suceden así y no hay manera de volver el reloj atrás para cambiarlas, de manera que es más sano aceptar la realidad y seguir adelante.
Conclusión
Si tu signo no es cáncer es una buena novela tanto para usarla en los colegios como para proponerla como material para uso terapéutico por psicólogos y médicos que traten pacientes oncológicos adolescentes.
Y es un libro excelente para todos aquellos, chicos y adultos, que busquen material de lectura recreativa.