Este libro es un clásico de la literatura infanto-juvenil que leí por primera vez recién a mis 30, por lo tanto me perdí mucha de la emoción que manifiestan los chicos cuando en la escuela les dan este libro para leer.
De todas maneras, mi relectura para escribir este post me dejó más conforme que mi primer encuentro con el libro.
La historia del niñito brasilero pobre y con una familia disfuncional tiene muchos ingredientes para el cliché, sin embargo por tratarse de la vida del propio autor se aleja bastante del estereotipo moralista y que se rasga las vestiduras “por los chicos pobres que se mueren de hambre” de muchos adultos con seudoconciencia social que conozco.
La imagen de la pobreza del libro es de una pobreza real pero no por eso menos digna. La mamá que trabaja todo el día para parar la olla, el padre desocupado, la parva de hijos, la plata que no alcanza, la violencia doméstica como chivo expiatorio de los problemas económicos, la falta de afecto y la desprotección infantil.
Si hay algo que queda claro al leer el libro es que el problema de Zezé no pasa por que es un chico de la favela que-se-muere-de-hambre, sino que el drama pasa por la falta de lazos y relaciones saludables en esa familia:
(…)
Tú eres mi amigo y por eso te pedí que diésemos un paseo en nuestro coche, que dentro de poco va a ser solamente tuyo. Vine a despedirme de ti.
—¿Despedirte?
—En serio. Ya ves, no sirvo para nada, estoy cansado de sufrir golpes y tirones de oreja. Voy a dejar de ser una boca más…
Comencé a sentir un nudo doloroso en la garganta. Necesitaba mucho coraje para contar el resto.
—Entonces, ¿vas a escaparte?
—No. Pasé toda la semana pensando en eso. Hoy de noche me voy a tirar debajo de las ruedas del Mangaratiba*.
(…)* Línea ferroviaria que atraviesa la zona donde se sitúa la historia.
La visión de ese niño sobre la realidad supera con creces a la estupidez del adulto que cree que todo (incluído el amor) pasa por el bolsillo:
(…)
—No importa, porque lo voy a matar.
—¿Qué es eso, muchacho, matar a tu padre?
—Sí, voy a matarlo. Ya comencé. Matar no quiere decir que uno tome el revólver de Buck Jones y haga ¡bum! No es eso. Uno lo mata en el corazón. Va dejando de querer. Y un buen día la persona muere.
(…)
—Ya pasó todo, hijo. Todo. Un día también vas a ser padre y descubrirás qué difíciles son ciertos momentos en la vida de un hombre. Parece que nada sale bien, provocando una interminable desesperación. Pero ahora, no. Papá fue nombrado gerente de la Fábrica de Santo Aleixo. Ya nunca faltará nada en tus zapatitos en la noche de Navidad.
(…)
Y papá hablaba y hablaba siempre. Me hacía daño su rostro con barba al rozar mi cara. El olor que se escapaba de su camisa muy usada me daba escalofríos. Me fui resbalando de sus rodillas y caminé hacia la puerta de la cocina. Me senté en los escalones y contemplé el fondo, cuando morían todas las luces. Mi corazón se rebelaba sin rabia. “¿Qué quiere ese hombre que me sienta en sus rodillas?” El no era mi padre. (…)
Sin lugar a dudas es un libro que dispara muchos temas para reflexionar en el aula, en la casa y también para un examen de conciencia propio sobre lo que es verdaderamente importante en la vida.
Ah! Se puede ver la película de este libro en You Tube (en portugués).