Sergio Aguirre es un escritor cordobés del que nunca había escuchado hasta que este libro me tocó en suerte mientras revisaba qué títulos de mis listas había en la biblioteca pública de la que soy socia.
Para ponerlos en situación con la trama de la novela, lo primero que me chocó fue que la historia transcurre en Inglaterra en la campiña en las afueras de Londres.
Debo confesarlo: soy una lectora prejuiciosa y, para peor, muchas veces pienso que hay libros que no me van a convencer y después me encantan. Y eso fue exactamente lo que me pasó con este, tuve que autoconvencerme que un escritor cordobés sentado en el Sorocabana frente a la plaza San Martín comiendo un carlitos y tomando una Pritty puede perfectamente escribir una historia que no sea local. Y también tuve que masticar y digerir que ese mismo escritor podía usar palabras como “chaqueta” o “telefonear”.
Y les digo la verdad, me costó. Tengo una especie de fobia con los escritores (y no escritores también) que no pueden utilizar materia prima local, como si vivieramos en el lugar más aburrido del mundo, como si un beso en París siempre tuviera más pasión que uno en el parque Sarmiento. Pero también, y al mismo tiempo, creo que no es cuestión de hacer un corralito a la imaginación por cuestiones localistas…
Todo eso pienso cuando leo, no se crean que es agarrar el libro nomás. Y encima después tengo que sentarme a escribir posts como este y decir cosas que aporten algo por si de casualidad alguien las lee…
No es fácil ser lector.
¿A dónde quiero ir con este monólogo interior? A que todos mis peros fueron sobradamente desarmados por una historia sólida, entretenida y sin el snobismo que tanto me irrita.
La ubicación en Inglaterra es conveniente a la historia porque es la escenografía que más adecuada al relato. ¿Podría haber funcionado con Córdoba? Hummm, seguro que no. ¿Con Buenos Aires? Tal vez sí como escenario, pero no en la idiosincracia de los personajes. Definitivamente, el autor tenía razón.
Las dos mayores virtudes de esta novela son la estructura de la trama y los clímax de suspenso que sabe lograr.
En cuanto a la estructura debo decir que si bien tiene cierta complejidad por los cruces entre realidad y ficción que van desovillando los personajes, no es un caos imposible de desentrañar para el lector como sucede con otras novelas (Diciembre, Súper Album; por ejemplo). Y eso es algo que valoro, porque honestamente nunca intentaría leer dos veces una novela que no entendí pero lo haría veinte veces con una que me encantó.
Lo referido al suspenso, algo que personalmente me fascina en los géneros como el policial o el terror es cuando la historia me atrapa y puedo sentir vívidamente lo que se va narrando ¿no les ha pasado apurar la lectura cuando el protagonista está en peligro o contener la respiración hasta que un momento de tensión se resuelve? Creo que esos son los mejores signos de que una historia funciona y que uno no está leyendo como si oyera llover.
Para no irme más por las ramas les digo que es una novela de suspenso muy entretenida y que vale la pena totalmente. Yo la leí en un par de horas (son 136 pgs) y me vine a escribir este post para tener frescas las buenas impresiones que me dejó.
Como dato curioso la versión teatral de esta obra se presentó en noviembre de 2008 en el Teatro del Libertador.
La recomiendo para:
– Trabajo en el aula. Seguro que los chicos se van a enganchar totalmente con la historia que tiene su complejidad pero sin oscurantismos de por medio. Está recomendada desde los 12 años.
– Los que quieran regalar un libro a un adolescente. Aún si no es muy lector, creo que la historia podría engancharlo si es de ver series o películas de misterios a resolver (pero más onda CSI que Lost, digamos).
– Es un libro que cualquier adulto puede disfrutar también, de hecho a mi me gustó mucho y lo leí de un tirón con gran placer.
– Es un buen libro para llevarse de viaje o para vacaciones. No tiene tantas páginas, los capítulos son cortos así que de a pequeños pasos se puede ir avanzando.