Este es el único libro entero que he leído de Ana María Shua, aunque siempre encuentro cosas sueltas de ella en antologías como En Frasco Chico o 17 de miedo.
Si bien este libro no está sugerido ni por el Ministerio de Educación de Córdoba ni por el Plan de lectura nacional, me parece bueno que los adolescentes puedan conocer a esta autora, que sí cuenta con títulos entre las listas para más chicos.
La Sueñera hace honor a su nombre con cuentos que hablan literalmente de dormir, soñar, despetar, estar en la penumbra de la vigilia… y otras historias que son tan extrañas y con un sentido aparentemente ilógico como que que encontramos en los sueños o pesadillas.
Lo maravilloso de este libro es que todos son microcuentos (como los de Falsificaciones de Denevi o las Fábulas fantásticas de Bierce), de modo que se puede leer rápidamente, durante un viaje, en una sala de espera o en algún tiempo muerto.
Más de una vez he tenido que releer un texto de no más de cinco renglones para comprender las diferentes dimensiones de lectura de lo que se dice. Shua tiene la sorprendente capacidad de enmascarar el sentido de un texto y hacerlo aparecer como otra cosa:
¡Qué moda esta! Imposible respirar con la ropa tan ajustada: el pañuelo sobre la boca, la corbata alrededor de las muñecas, el cinturón, sobre todo, apretándose tan ferozmente a mi cuello.
También en su manera de hacer humor absurdo utiliza ese truco:
Esperaba encontrarte pero no así, cómo decirte, no con esos ojos, no con esa corbata, no con ese nombre, no con ese tenedor, no con esos dientes, no yo así, tan emperejilada, tan tentadora, tan en mitad del plato, tan tostada.
¿No les parece genial?
Son 250 microhistorias que se juntan para hacer un libro ideal para todos aquellos que dicen no tener tiempo para leer pero al menos reconocen tener ganas de empezar por algún lado.
Como decía antes, creo que a los adolescentes les va a gustar, por ahí algún que otro cuento necesita un esfuerzo para decodificarlo pero estoy segura que es a prueba de no-lectores.