Es muy raro tener 31 años y sentarme a leer un best-seller de literatura infantil como este, más aún cuando no soy fan de la saga.
Dado que la mayoría conoce, o toca de oído al menos, la historia de Harry Potter, no entraré en muchos detalles. Simplemente les comentaré que en este primer libro conoceremos los orígenes del niño mago, la vida con sus tíos y su primer año en Hogwarts.
Cuando se habla de un éxito editorial como este, hay dos posiciones al respecto: los que lo defenestran diciendo que es un libro marketinero y hecho para vender (muchas veces sin siquiera haberlo leído) y los que lo idolatran.
Como no estoy en ninguno de los dos puntos, me situaré en los aspectos positivos y negativos según mi opinión.
Lo positivo
- Hizo que millones de chicos alrededor del mundo se sentaran a leer siete libros de cientos de páginas cada uno. Si el marketing puede lograr eso, no entiendo por qué los que critican “lo comercial” en lugar de quejarse no hacen lo mismo. Después de todo si algo es tan artisticamente bueno que a todas luces se nota la genialidad, no veo que pueda manchar en nada su honor por tener un poco de publicidad por aquí y por allá.
- Es un libro entretenido. Otro de los pecados para aquellos que están en contra de “lo comercial”, es que un lector diga que lee porque lo entretiene. No sé qué tiene esa gente en la cabeza, pero me la he pasado leyendo libros aburridos en la universidad y la mayoría no ha conseguido ni que me entren conocimientos ni que quiera volver a saber de ellos.
Es totalmente válido que el lector encuentre entre las páginas una buena historia sin mensajes subliminales ni moralejas. De hecho es hasta preferible que así sea. - Es un mundo nuevo: una de las mejores cosas de la saga es cómo se ha recreado el mundo de la magia donde los seres que la habitan, los escenarios, las costumbres y hasta la forma de hablar responden a su propia lógica.
Lo negativo:
- Es una historia lineal: las cosas se suceden una detrás de otra como en la película. Quizás la clave del best-seller sea contar sin entrar en juegos arriesgados con la estructura narrativa.
- Los personajes son bastante chatos: creo que todos tenemos en la mente la película antes que el libro y muchas veces las imágenes en nuestra cabeza aparecen ayudadas por los efectos especiales.
Ningún personaje me parece que esté desarrollado en profundidad, ni siquiera Harry que es el principal.
En otros casos, abundan los estereotipos y clichés: Hermione es una nena buena, aplicada, responsable, estudiosa y representa todo lo moralmente correcto. Neville es el débil, miedoso y tonto. Malfoy es el malo malísimo. - Falta de belleza: la historia sigue un ritmo tan vertiginoso que no hay tiempo ni para metáforas elocuentes, ni para descripciones ambientables majestuosas que sí pueden encontrarse en otros libros para niños. Tampoco hay frases memorables dichas por los personajes.
No me parece que la belleza literaria sea una condición indispensable en un libro de chicos, aunque personalmente me parece algo importante.
Uno de los grandes éxitos editoriales de mi infancia fueron los libros de la colección Elige tu propia aventura (todavía tengo varios guardados) y de bellos no tenían nada ¡pero me encantaban y leí cada uno un montón de veces! Pero fueron esos libros los que ayudaron a construir mi interés lector más que otros políticamente correctos, adecuados, literarios y no-comerciales.
En resumen: me parece perfecto que los chicos lean cosas que les gusten y los entretengan, y Harry Potter es una excelente opción. Lo importante es que tengan el hábito de acercarse a los libros y disfrutar largas horas con ellos. Tendrán tiempo de sobra para encontrar sus gustos literarios a medida que crezcan.
Una curiosidad
Releyendo El libro de el fantasma de Alejandro Dolina para hacer su correspondiente reseña, me encuentro con una mención al alquimista Nicolás Flamel (y a su esposa) que en el libro de Rowling aparece como uno de los creadores de la piedra filosofal.
Les dejo un fragmento del cuento Libros extraños donde se lo menciona:
Usando un criterio amplio bien se puede afirmar que un libro que enseña operaciones mágicas es un libro mágico. En horas más exigentes pediremos que su mera lectura, posesión o manipulación opere prodigios.
En este último sentido, la biblioteca resultante es más bien escasa. Daremos noticia de algunos de sus volúmenes.
Nicolás Flamel, un alquimista del siglo XIV, da cuenta de un libro que —según parece— había sido editado en el infierno. (…)Según Flamel, a partir de la tercera hoja se explicaba en sencillas palabras cómo transformar los metales en oro. Al parecer, es- ta revelación tenía por objeto ayudar al pueblo cautivo a pagar sus impuestos.
Durante ventiún años, el alquimista realizó miles de experimentos. Lo ayudaba en ellos —y en otros— una joven señora llamada Perenelle.