El otro día paseaba por la feria del libro de La Granja cuando me topé con este nuevo libro de la psicóloga chilena. Es un título publicado a principios de marzo con una tirada de, nada mas y nada menos, 50.000 ejemplares.
El texto consta de cuatro capítulos y un prólogo donde hay una aclaración:
Siempre he pensado que mis libros no debieran necesariamente encasillarse en el género autoayuda porque son el resultado de investigaciones y no necesariamente de un acto de iluminación personal, que evidentemente no creo tener. Sin embargo, no puedo dejar de observar ni de opinar acerca de la gente que ha manoseado y denostado el concepto de autoayuda; son personas que se ubican en un lugar, a mi juicio, de mucha soberbia, ya que creo profundamente que todos, sin excepción, necesitamos ser ayudados en la vida, y si un libro (por malo que este sea) contiene una sola línea que a un ser humano cualquiera le sirva para darse cuenta de algo que antes no había visto, sin duda alguna que ese libro tiene sentido y valió la pena el tremendo esfuerzo de que ese autor realizó para escribirlo.
Me resultó algo extraño que la autora “se ataje” por escrito por los palos que me imagino le habrán pegado los psicólogos más académicos y los acérrimos detractores de cualquiera que le hable al gran público en palabras sencillas y, todavía peor, utilizando el humor.
En una entrevista publicada en su site la autora lo aclara:
Yo creo que hay un número grande de gente que me debe encontrar livianita. ¿Razones? Incorporé el humor a la psicología, lo que para muchos es una suerte de sacrilegio. Me asocié y escribí un libro con consejos de vida con Coco Legrand (humorista chileno), otro sacrilegio. Además los medios me dan espacio y la gente me ubica por la televisión. Y esa pantalla (si bien no estoy en la tele hace años), donde proyecto una imagen alegre y positiva, hace que muchos digan “esa mina es frívola, simplona, livianita”
En mi humilde opinión, y después de haber leído sus tres libros anteriores, Viva la diferencia, No quiero crecer y Lecciones de seducción, y haber presenciado una de sus charlas en Córdoba, creo que esta mujer tiene un gran carisma, una capacidad comunicadora impresionante y una humildad que le permite “jugar” con los conceptos científicos para explicarlos de una manera que invita hasta al más antiterapia a escucharla. Puede gustar o no, pero es innegable que el fenómeno generado en You Tube gracias a Viva la diferencia habla a las claras que muchas personas necesitaban a alguien que ocupara el espacio de investigar y divulgar la psicólogía desde “fuera del microscopio”, como le dije a mi psicóloga hace unos días.
En mi caso personal, no sigo a esta autora porque necesite “autoayudarme”, sino porque me interesa la visión que tiene frente a fenómenos sociales como las relaciones entre hombres y mujeres, los adolescentes, los usos (y abusos) de la tecnología y, en este caso, sobre el dolor.
Volviendo a este libro en particular, quizás sí ha optado por un estilo más de autoayuda en el sentido que evitó concentrarse en datos duros (cifras y porcentajes) como hizo en su primer libro, para hablar en un tono más general sobre los resultados obtenidos en una investigación sobre la felicidad.
Metiéndome de lleno en los contenidos, les cuento que en el primer capítulo Sordo identifica a un sujeto que abunda en la Argentina tanto como en Chile: El anticipador de desgracias.
Este personaje es definido como quien apelando a un supuesto “realismo”, se ve en la obligación de “ponerle los pies en la tierra” a quien manifiesta su felicidad diciéndole que esa situación le va a durar poco porque… ingrese aquí una teoría, por poco lógica que sea (y ya que estamos adjuntémosle la foto de ese pariente o conocido que encaje a la perfección en esta descripción 😀 ).
Más adelante, la autora habla que la proliferación de este personaje produce tres consecuencias graves respecto a la conciencia de felicidad posible de alcanzar por una población:
– Genera el hábito de contar cosas malas en lugar de buenas, y el tono de la conversación siempre es el de la queja.
– Se restringe la capacidad de ilusionarse, poniéndo en su lugar la resignación como manera de evitar el sufrimiento ante las expectativas no cumplidas.
– Se pone en el afuera el control de la felicidad o infelicidad que vivimos, lo que implica no hacernos cargo de nuestra propia responsabilidad en su construcción.
En el capítulo 2, ya en la mitad del libro, se entra de lleno en la temática del dolor mediante una metáfora que me pareció excelente:
El dolor es una encomienda que llega a nuestras vidas , la mayoría de las veces sin que la hayamos solicitado, y directamente a domicilio.
Es una “caja” de feo aspecto que cuando la recibimos nos hace preguntarnos: “¿por que a mi? yo no la quiero recibir” (…) cuando nos damos cuenta de que no podemos hacerlo comenzamos a vivir una serie de procesos que básicamente son conductas que apuntan a arrancar esa “caja” que tenemos al frente y que no podemos dejar de mirar.
En el capítulo 3 se aborda el tema de la muerte como uno de los dolores que cambian nuestra vida, en algunos casos, para siempre. Este apartado desarrolla las cuatro etapas que le siguen a una pérdida: el shock, la rabia, la pena y la reconciliación con el duelo.
Finalmente, el capítulo 4 se titula El cáncer sana y es una bocanada de aire fresco sobre una enfermedad que, si bien no es un tabú, es casi nombrada como un certificado de muerte. Para quienes no lo sepan, la autora es creadora y directora de la Fundación para pacientes con cáncer de pulmón y páncreas en memoria de su esposo Óscar Letelier González, muerto de esas dolencias.
Conclusión: me pareció un libro interesante que me dió lugar a varias relecturas para tomar apuntes de diversos temas.
Los seguidores de Pilar Sordo seguramente lo disfrutarán y quienes aún no la conocen pueden acercarse a ella mediante este texto sin necesidad de haber leído los anteriores.
Muchos de los conceptos incluídos de este libro están mencionados en la charla “Cómo transformar el dolor en alegría” hecho en un cementerio parque chileno (aprox. 1:25 hs).