Siguiendo con reseñas de literatura infantil hoy traigo varios libros de Elsa Bornemann de quien nunca había leído nada.
El espejo distraído. Versicuentos (1971)
Son textos cortos en rima. Simpáticos, entretenidos, con humor, muy buenos para trabajarlos en clase y sobre todo muy lúdicos. Funcionan bien para ser leídos junto a la antología En frasco Chico.
La edad del pavo (1990)
Un compilado de cuentos con muchas interpretaciones diferentes sobre “pavo”. Bécquer tiene un cuento al respecto.
Me parece original el tema alrededor del cual se hizo el libro. Creo que es el más logrado de los que leí.
No somos irrompibles (1991)
Otro conjunto de cuentos, en este caso tomando como base las historias de amor.
No me gustó, creo que comparte muchos de los problemas descriptos en los cuentos que siguen.
Como historia de amor (sin serlo estrictamente sobre eso) me gusta más la novela Frin de Pescetti.
Socorro (1° edición 1988) y Queridos Monstruos (1991)
Estos dos libros agrupan cuentos de miedo para un público desde los 11 años.
Para ser honesta, me decepcionaron mucho los dos libros.
El género del terror tiene obras de la literatura universal que han sido recomendadas en la lista de libros para chicos de 12 años (donde también están listados estos dos de Bornemann) que, por lejos, son mucho mejores: Otra vuelta de tuerca y los Cuentos de Edgar Allan Poe.
Como salvedad voy a tener en cuenta que no es lo mismo leer estos textos a los 11 que a los 31, les doy margen y espero que a los ojos de los chicos la interpretación sea otra.
En mi opinión hay varias cosas que no me terminan de cerrar:
– Todos los cuentos tienen a chicos como protagonistas. Está bien que se busque una identificación con el público al que se dirigen ¿pero se justificaba en todos los casos? No me parece.
– Muchos de los cuentos son muy “citadinos”. Trasladar historias tradicionales de entornos rurales a la vida de la ciudad simplemente no funciona. El cuento del lobizón en el country y del basilisco en el viaje de estudio de los chicos de primaria (¿¿¿qué colegio porteño se va de viaje de estudios a Termas de Río Hondo que es un destino de jubilados???), son ejemplos claros.
– Buenos puntos de partida, flojos desarrollos.
En Queridos Monstruos yo me imaginaba que iba a leer historias al estilo de Monsters Inc (película del año 2001) con seres queribles, llenos de humor, entrañables y ese estilo de maldad relativa que ha aparecido en muchos de los personajes infantiles de los últimos años.
Pero si se ponen exigentes y quieren un ejemplo literario ¿qué les parece El Fantasma de Canterville de Wilde?
– El elemento fantástico se queda corto. La generación Harry Potter de hoy demanda un grado de fantasía que estos cuentos no tienen.
No es poner un fantasma en una casa y que haga lo que pueda, hay que generar un universo complejo donde no todo es lo que parece. Y eso precisamente ha sido el gran mérito de J.K. Rowling.
– Diálogo autora-lector. Varios cuentos empiezan y/o terminan con la autora “contando que está contando” ¿hacía falta? En lo personal prefiero que la historia se cuente sola, a menos que el presentador esté para algo que realmente valga la pena.
– La muerte como elemento. En ambos libros la muerte aparece en algunos cuentos como un elemento que justifica el terror. Este es un recurso muy común en la literatura universal pero funciona mejor cuando se insinúa que cuando se relata directamente. Veamos dos estilos de contar una muerte:
En La casa viva de Bornemann un chico muere golpeado por su tabla de surf ¿produce miedo una muerte corriente y accidental como esa?
Por otro lado, en La barrica del amontillado de Poe un hombre es enterrado vivo en una catacumba por alguien que desea vengarse ¿no es más inusual y más desesperante esta situación?
También funciona bien trabajar con las muertes inexplicables y fantásticas. Se me vienen a la cabeza dos cuentos de Lugones:
– Un interno de un manicomio dibuja círculos de tiza a su alrededor porque dice que así evita la muerte. Un médico se los borra mientras duerme y lo próximo que sabe todo el hospital que el paciente ha muerto.
– Un hombre dice que ha muerto hace 20 años pero que nadie le cree por eso permanece vivo. Una noche se acuesta a dormir tapado y rodeado de cirios cuando dos desconocidos entran en la habitación. “¡Un muerto!” exclaman, e inmediatamente el durmiente queda hecho huesos y polvo.
– Estilo narrativo demasiado lineal. quizás hace 20-25 años atrás era lo que se usaba, pero para el lector de hoy me parece anticuado, sobre todo cuando se le agregan los problemas que cité anteriormente.
– Terror que no asusta. Ni un solo cuento me dió miedo ni me generó la ansiedad que los clímax que una buena historia de terror saben construir.
– Longitud de las historias. Si bien no estoy en contra de las historias largas si valen la pena, me molesta cuando los textos son largos de más. Creo que muchas historias de estos libros se podrían haber contado en dos páginas y hubieran sido más exitosas.
– Finales. Lo peor que puede pasarle a un autor es que en dos párrafos el lector adivine el final, y eso fue lo que me pasó con la mayoría de los cuentos.
Conclusión
A diferencia del grato descubrimiento que fue Luis María Pescetti, Elsa Bornemann en líneas generales no me gustó.
Obviamente si ha logrado cosechar lectores, premios y reconocimientos a lo largo de su carrera debe ser porque es muy buena, sin embargo a mi no me gustó su manera de escribir (correcta, sí; pero no me engancha), sus historias ni sus personajes.
Le daría otra oportunidad leyendo textos más recientes para ver si se ha aggiornado un poco.
Como siempre digo: que a mi no me guste no quiere decir que sea malo, así que al que le gusten estos libros que siga disfrutando de ellos y que aproveche para contar por qué.