Siguiendo con las reseñas de libros para chicos, hoy les presento dos libros de Gabriela Keselman.
Nadie quiere jugar conmigo
Es una especie de fábula protagonizada por un castor que sufre porque ningún animal quiere jugar con él cuando en realidad es él quien no facilita las cosas para que los demás se acerquen.
Me pareció mas o menos. Creo que la suma de animales más problemas de adaptación social más finales felices no es lo mío 😀
¡Mesa tragame!
A este libro no lo leí, si no que lo ví en los videos de You Tube leído por Tiara de seis años. Me queda la duda si me gustó el cuento o que ella fuera la que me lo contara, porque a pesar de ser tan chica lee mucho mejor que varios compañeros que tuve en la universidad y además lo ha actuado de una manera fabulosa.
El cuento narra la historia de un chico que viaja a otro mundo cuando dice las palabras mágicas “Mesa tragáme” tratando de escapar de un compañero peleador. Así es como descubre que en esa otra dimensión no solo están las cosas que uno pierde inexplicablemente (sacapuntas, lápices, gomas, botones, etc) sino que también hay otros chicos que han invocado a la mesa para escapar de sus miedos.
Algo curioso de estos dos cuentos es que tienen una estructura muy parecida que resuelve la historia en base a repeticiones:
Cuento 1: Problema + solución fallida + solución fallida + solución fallida + solución fallida = Resolución
Cuento 2: Problema + personaje con similar problema + personaje con similar problema + personaje con similar problema = Resolución.
Son muchos los cuentos infantiles que recurren a este sistema, como sería el caso de Los tres cerditos, por ejemplo. Quizás sea una manera de reforzar el concepto que se quiere transmitir o una manera de hacer simple una historia para chicos.
En el caso de estos dos ejemplos, creo que el menos afortunado es el primero porque a la repetición de la estructura le suma los animales volviéndolo demasiado tradicional para mi gusto.
Para finalizar los dejo con el video de Tiara leyendo el cuento caracterizada como la “Abuela Tiaruli” que lee cuentos a los chicos. En el último video explica que la abuela tiene… ¡34 años! A mis casi 32 y sin hijos (por suerte y elección propia! 😀 ) semejante comentario casi me deprime. Aunque tengo excompañeras de colegio con hijos adolescentes, así que bien podría ser abuela a esta altura del partido.