13
Jan 2012

Reseña de los libros Cronicones alegres de Córdoba y Córdoba del recuerdo de Arturo Capdevila

Archived in the category: 52 libros 2014

Arturo Capdevila dice desde el prólogo de los Cronicones:

“(…) me ufano de que siga siendo la ciudad donde nací un persistente asunto de mi producción literaria.
(…) apenas hay obra mía en la que Córdoba no esté presente. (…)
Por todo esto La Nación dijo una vez -y me fue gratísimo el concepto- ‘Pocas ciudades habrán hallado en un hijo escritor tan señalada devoción’.”

Aunque diferentes entre sí, estos dos libros cumplen la función de pintar aquella Córdoba de entrecasa de los primeros años del siglo XX.

Córdoba del recuerdo (1939)

Con un tono literario bastante mas solemne que en el segundo libro que reseñaré hoy, Capdevila nos muestra algunos pasajes de su infancia en la ciudad. La vida en su casa, sus años de escuela primero en Santo Domingo y después en el Colegio Alemán, las peleas de chicos que siempre existieron, su visita a una curandera para que le alivie un dolor de muelas, las visitas de o a los parientes, entre otros.

Me gustó esta pincelada donde muestra el humor cordobés en su máxima expresión:

Platicábamos una vez (…) acerca de si habrá un solo Dios (ya se sabe que de teólogos, en Córdoba, todos tenemos un poco…) o si el mundo estará regido por muchos dioses, conforme a la idea griega, cuando nuestro ordenanza llegó a servirnos el bien ganado café… (…)

Yo de puro invasor le pregunté:
– ¿Qué piensa usted, Benito, de los que discutimos?… ¿Habrá un solo dios o muchos dioses?… (…)
– ¡De fijo que un sólo dios!…
– ¿Un solo Dios, Benito?… ¿Ypor qué uno solo?

A lo que contestó con valerosa ironía:
– Porque no alcanza pa’ todos.

Cronicones alegres de Córdoba (1960)

Dice el autor:

Descubro tres círculos concéntricos: el de la historia, el de la crónica, el del cronicón. En la historia está el alma de la nación; en la crónica, la obra de un tiempo; en el cronicón, la sensibilidad de una época.

(…) vive en los cronicones el relato menor, entre muchas voces y rumores; eco disperso que quisiera volverse tracición.

Los cronicones tiene un tono más pícaro y menos solemne que el libro anterior. Es como si el autor se hubiera aflojado la corbata para sentarse a escribir. Quizás no en vano pasaron 21 años entre uno y otro libro.

De estos textos me gusta mucho el humor y encontrar relatos donde Capdevila cuenta una especie de versión cordobesa de Juvenilia hablando de su experiencia como alumno del Colegio Nacional (el Monserrat, para ser más claros).

En relatos como Ferrarol el sacamuelas (se ve que era de ir mucho al dentísta Capdevila) y Míster Stimpson y Juanín, me hicieron reir mucho sobre las travesuras de los chicos de aquellos años.

 

Es una pena que estos libros estén agotados y sean difíciles de conseguir.
Si dan con ellos en alguna librería de segunda mano de seguro serán una buena compra si están interesados en leer sobre Córdoba.

 

 

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