La gran parte de mi carrera universitaria la pasé acostándome a las 2 de la madrugada después de escuchar La venganza será terrible por la radio. Me volví fan de Dolina que por aquellos tiempos estaba con Gabriel Rolón, de quien también podría reseñar su libro Historias de diván más adelante.
Crónicas del ángel gris (1988)
Este libro de cuentos nos introduce al universo de personajes y escenarios que aparecerán sucesivamente en los libros del autor: Manuel Mandeb, el ruso Salzman, Ives Castagnino, los hombres sensibles de Flores, los refutadores de leyendas, los cafés, las calles, los barrios, las mujeres amadas, los fantasmas y los espectros.
Los textos tienen de todo: humor, sensibilidad, hablan del amor, de los viejos tiempos y son exquisitamente bellos.
Mis preferidos son La academia del humor en flores y Los amantes desconocidos.
En lo personal, es el libro que más me gusta de los tres.
Este texto tiene tres niveles narrativos. Por un lado, el autor y el fantasma, que funcionan como marco para los demás textos.
Luego están los relatos que hablan de las andanzas de los muchachos de Flores, personajes que saltan del libro anterior a este y que siguen contando algunos de sus desengaños y aventuras.
Finalmente están los textos unitarios, más parecidos a las crónicas que Dolina hacía en la primera parte de su programa sobre temas de historia, curiosidades varias, inventos raros, personajes estrafalarios, etc.
De este libro rescato dos perlas:
– La mención a Nicolás Flamel y Perenelle, dos viejos conocidos para los que hayan leído Harry Potter y la piedra filosofal.
– El texto Bovarismos, que me hizo pensar en mucha gente que conozco. Vean por qué:
Se ha admitido siempre que el bovarismo es la actitud del individuo que por falta de autocrítica se imagina superior a su entorno social y reclama consideración a la personalidad idealizada que él mismo se ha forjado.
La definición no me complace. No creo que la falta de autocrítica sea causa única y exclusiva del bovarismo. Tampoco creo que un bovarista se imagine superior a su entorno social, sino más bien a sí mismo. Y para terminar, la diferencia que el bovarista imagina con su verdadero ser no siempre señala una superioridad.
Podríamos hablar de un bovarismo ascendente, en el que el individuo se cree mejor de lo que es; un bovarismo descendente, en el que se siente peor y un bovarismo horizontal, en el que lo imaginado y lo real no se sacan ventaja.
De los tres libros es el que menos me gustó, quizás porque se alejó de los escenarios de los primeros dos libros, y muchas historias hablan de personajes y locaciones chinas. Me sentía más cómoda en Flores.
El libro tiene algo de borgeano, aunque en lugar de una biblioteca de Babel se trata de un bar infinito del que nunca se puede salir y un Narrador de historias que conoce algunos de los misterios de aquel recinto, aunque jamás los devela.
La estructura es similar a la del libro anterior, donde hay una narración general que ampara las pequeñas historias singulares y alguna que otra aparición de los personajes de Flores, para los que no podemos dejar de disfrutar de sus historias.
De este libro me gustaron especialmente Orgías IV, un texto donde un padre le explica a su hijo la filosofía y buenas costumbres para participar de una orgía y el cuento El Tren sobre una línea ferroviaria misteriosa que me recordó a El guardaagujas de Juan José Arreola.
Bonus track:
Es una recopilación de historias musicales escritas para la radio.
Lo que me costó el amor de Laura (1998)
No entra dentro de una reseña de libros, puesto que se trata del CD de la opereta criolla donde participaron grandes artistas como Cecilia Milone, Joan Manuel Serrat, Ernesto Sábato, Julia Zenko, Les Luthiers, Mercedes Sosa, Horacio Ferrer, Sandro, etc.
A quien le guste la música y que sea fan de Dolina, no puede faltarle este ejemplar.
¿A quien le recomiendo los libros de Dolina?
– Los dos primeros y los radiocines funcionan muy bien para trabajar en el aula con adolescentes.
– Son muchísimos los estudiantes universitarios que siguen a Dolina, así que es casi un infaltable para ellos.
– A los adultos que se enganchen con libros de cuentos.