07
May 2012

Monólogos de mi vagina

Archived in the category: Personal

Como cada año cuando se acerca la fecha de mi cumpleaños sé que habrá una cita en la que terminaré, inevitablemente, sin bombacha y con mis pechos manoseados.

Para acudir a ese encuentro no dudaré en depilarme bien, me pondré mi mejor ropa interior y trataré de arreglarme pero sin llegar a parecer una prostituta. Que tenga pensado abrir las piernas no significa que quiera dar a entender que soy una chica fácil.

Llegaré al lugar de encuentro, me sentaré y esperaré. Siempre me toca a mi esperar, aún cuando esté llegando en el horario pactado por teléfono con días de anticipación.

Pero tarde o temprano el esperado encuentro se produce: por fin estoy entrando al consultorio de mi ginecóloga para hacerme el papanicolau y la palpación de mamas.

No creo que haya mujer sobre la faz de la tierra que disfrute de semejante evento, por más importante que sea hacerlo por nuestra salud.

Lo malo ya empieza días antes, cuando mi agenda interior me marca que va a cumplirse un año desde la última y que hay que ir a la guía telefónica a consultar ese número que hace que me estremezca de sólo pensar lo que se viene.

¡Benditas las que nunca se hicieron una porque no saben lo que les espera!

Me acuerdo de mi primer exámen ginecológico. Fue Horrible. Yo tenía unos 21 años y la ginecóloga era una bruta. Cuando se puso un guante de bolsa de nylon igualito a los que usan en las panaderías creí que era para otra cosa (no sé para qué cosa, pero para otra tenía que ser). Cuando me enterró sus dedos empaquetados en el único lugar posible en que un médico de su especialidad puede hacerlo, casi grito del dolor y del susto.

Si el nylon fuese agradable, fabricarían los preservativos de ese material. Evidentemente lo que funciona bien para poner media docena de facturas en una bandeja no dá los mismos resultados en un canal de parto sin estrenar (en un nacimiento, obviamente. No me voy a hacer la Wanda Nara).

Pasaron varios años entre esa experiencia y la segunda vez que fui a una… que fui a otra ginecóloga.

A propósito, mi con un tipo me dá cosa, debo confesarlo. Necesito que mi aparato reproductor siga siendo un misterio para cualquier hombre, aún para aquellos que hayan hecho el Juramento Hipocrático. Y además me da vergüenza.

Volviendo a la realidad, hay otras cosas que he notado en mis visitas a mi ginecóloga:

– La secretaria hace las fichas a mano o en una máquina de escribir. Es loco que en pleno siglo XXI todavía se vea algo así, pero al menos tengo la ventaja que sólo si se incendia el consultorio se va a caer el sistema. Suelo mirar que el extinguidor esté en regla.

Ventaja adicional: ningún ladrón en su sano juicio cargaría con semejante aparato, así que de última en caso de una acción delictiva es probable que hagan una limpieza entre las pacientes que estamos en la sala de espera.

La Olivetti repiquetea mientras las secretarias (nunca es la misma chica de un año a otro) escriben con dos dedos. Para teclear en ese carromato hay que tener más fuerza que con la compu. Me resulta imposible no notar que estas secretarias no usan uñas largas y pintadas como las de todos los otros consultorios que he conocido, calculo que no hay calcio que soporte la presión que hay que imprimir sobre las letras para lograr que la tinta se estampe al papel. A pesar de eso, el sonido a máquina de escribir me gusta.

– Mi ginecóloga, al igual que las maestras jadineras, habla en diminutivo. Me dice que me saque la ropita, la deje en la sillita, que me puede doler un poquito pero que vamos a terminar rapidito. En diminutivo no cobra, eso sí. Pero prefiero pagar el estudio como particular porque cuando fui a hacer el carnet de la obra social del monotributo me atendió un adolescente roñoso con una remera de una banducha de rock desconocida, lleno de piercings y con un tono monocorde que no daba el perfil ni de barman de un boliche de la zona del abasto en Córdoba. Mi pequeña flor merece lo mejor que yo pueda pagar.

– Decirle “Pap” en lugar de “Papanicolau” no lo hace más cariñoso. Ya lo dije arriba: es horrible. Encima duele, es incómodo, dá frío, hace sangrar, una no sabe qué cara poner, no sabe si aguantar la respiración, si reprimir la mueca de sufrimiento, si gritar bajito, si soltar un lagrimón como para que la angustia se libere por algún lado. Es feo y quiero que se pase rápido. Y que cuando vuelva a mi casa me deje de doler pronto.

– A veces me dá tarea doble. Algunas veces me hizo repetir el examen a los seis meses, esta vez me mandó a hacer una ecografía. Así que ahora hablaré de eso.

– La ecografía transvaginal. Cuando parecía que todo iba a acabarse hasta 2013, tengo que responder “Sí” a su pregunta “¿Tenés dolores menstruales intensos?”. Hubiera sido el momento para callarme, pero no sabía que vendría una receta para una ecografía transvaginal.

Esa palabra se quedó resonando en mi cabeza como si en realidad hubiera dicho “transatlántico” y me tuviera que preparar para que una cosa metálica y descomunal fuera a introducirseme en mis entrañas en menos de una semana.

Salí del consultorio con la cachufleta (Flaco Pailos dixit) fruncida y angustia a cuenta. Ok, ya sé que es necesario… pero no se siente para nada lindo.

Ahora de nuevo a llamar, a pedir un turno lo antes posible porque no puedo estar fruncida muchos días, a conseguir una ecógrafa mujer, a depilarme de nuevo (demasiado cortos para cera, demasiado largos para ir así nomás), a buscar ropa adecuada, a llegar a horario, a esperar una hora quince (menos mal que me llevé un libro), a entrar y a encontrarme con otra médica que habla como maestra jardinera pero sin diminutivos.  En ese momento descubro otra novedad: la de hoy además es astróloga. Diálogo:

Dra – ¿Cuándo fue la última vez que menstruaste? (con el palo del ecógrafo donde corresponde, mientras inspecciona la pantalla)
Yo  – Del 20 al 23, antes de mi cumpleaños.
Dra – ¡Ah! ¡sos taurina!
Yo  – … (revoleo los ojos mientras pienso que me hace ese comentario mientras tengo metido el ecógrafo transatlántico, con lubricante que me pica y un perservativo marca Punticrem, de esos que mi primo una vez graficó como “hechos de cubierta de camión” y que ningún hombre sexualmente activo considera usar a menos que sea por emergencia).
Dra – Somos bravas las taurinas, ¿eh? Somos un amor pero que no nos molesten porque se arma…
Yo  – Psé (revoleo de ojos y me pregunto mentalmente: ¿Por qué todas las taradas que hablan de los signos me tienen que tocar a mi?).

Menos mal que el estudio fue rápido, porque si no hubiera seguido indagando cuál era mi ascendente y qué opinaba del último libro de Horangel. Por suerte me queda sólo pasar a retirar los estudios el miércoles.

Ahora estoy en mi cama, con la notebook en su mesita, escribiendo una historia que será la de muchas.

Mañana me toca ir a hacerme orina completo y el citológico general, porque ya que estaba mi mamá me insistió en que me haga un chequeo completo. Creo que a esta hora no debería haberme tomado ese trago de Coca. Creo que mañana tendré otra historia para contar si tengo un poco de suerte y me desmayo cuando me saquen sangre.

 

Y como soy buena y no quiero que se aburran, las dejo los videos en You Tube del DVD del espectáculo original Monólogos de la vagina. Acá va el 1 y los demás los encuentran en el mismo canal de quien subió este.

 

18 comments for “Monólogos de mi vagina”

1

Muy bueno! de quién es el texto?

Saludos

May 7th, 2012 at 23:52
2

Jajajaja!!! Me encantó el post, salvo por un pequeño detalle: me recordaste que me he salteado varios papanicolaus últimamente, y que si me descuido, el próximo puede llegar a ser post-mortem…
Un beso. Graciela

May 8th, 2012 at 13:08
3

Rosarioso,
Mío el del post. El del video es de la actriz y periodista que lo protagoniza (no me acuerdo cómo se llama) y es el que se usó para la versión en teatro que se hacía en Bs As.
Graciela,
Ya lo decía Tita Merello, hay que hacerse el control!!!!

May 8th, 2012 at 13:25
4
Roberto

Buenísimo el texto, muy divertido… ya te lo comenté en otra ocasión, sos muy talentosa. De paso, cuento que los hombres mayorcitos y sobre todo precavidos, tenemos que pasar anualmente (y analmente) por algún dedito hurguetón. Me contaba un urólogo que años atrás, la morbilidad por cáncer de próstata era muy superior a la de estos tiempos, ya que ningún macho de verdad se hacía un tacto ni a palos. Pero los de ahora, no nos chupamos el dedo…

May 8th, 2012 at 21:50
5
Lau

Jajaja! Definitivamente, uno de tus mejores post… Muy bueno!

May 8th, 2012 at 23:42
6
noe

jajaja, pensé que era el texto de la obra teatral..y podría ser!! Quiero que otras mujeres que te lean sepan que no todas tenemos las mismas experiencias que vos, yo no la sufro tanto, nunca me dolió y no debe doler…creo que es “bastante” (no absolutamente) psicológico. Y es horrible usar este dicho, pero es así: “relájate y goza”…y cuando te hablan de astrología es el típico charle que te dan para que justamente NO PIENSES TANTO en lo que te están haciendo!!! en ese momento, claro, jaja, porque leo que sos una mujer pensante y expresiva, y como suelo decir por facebook…Me Gusta 🙂 saludos!!

May 9th, 2012 at 0:01
7

Roberto,
Y si, uds también tienen lo suyo con el médico.
Lau,
Me alegro que te haya gustado 🙂
Noe,
No creo que sea psicológico, es una zona muy sensible tanto para experimentar placer sexual como para el dolor. Cuando la doctora te mete el caño ese expandible y toma la muestra de piel de un lugar lleno de terminales nerviosas algo se siente! A mi me duele, quizás a otras no. Cada cuerpo lo experimenta a su manera.
Y la charla de los signos me pone los pelos de punta en cualquier circunstancia, por eso que una mina que no conozco me la haga con un ecógrafo transvaginal puesto me pareció el colmo 😀
Saludos!

May 9th, 2012 at 0:13
8
noe

entonces…son los años, ja!! tengo 32 y ya me lo tomo de otra manera al “el tema” 🙂 igual con lo sexual…manejo las sensaciones con mi cabeza, y cuando no las manejo es cuando me dejo llevar y disfruto más. Que descanses…de mi!!!

May 9th, 2012 at 0:23
9
Graciela de Palomas

jajaja genial Day 🙂
Por suerte a la ginecóloga que voy, usan guantes de látex, de otra manera sería como entrar a una verdulería.

Hablado del bendito ‘Papá’, son divinas las distintas maneras de llamarlo: ‘Papá nicolado’, ‘Papá nicolau’…por suerte podía interpretar con los años qué deseaba hacerse la paciente…además, hoy lo pienso habrá complejo de Electra?

Lo cierto es que una ecografía común es lo indicado, pero si el médico/a se compró el último aparato tiene que pagarlo ¿cómo? indicando a todas las pacientes.

May 9th, 2012 at 7:24
10
Myriam

Realmente dayana te felicito!…sos una genia, imperdible todo lo tuyo, te sigo a morir! Besos

May 9th, 2012 at 9:42
11
olga medrano

Buenisimo tu post, yo soy “mayorcita” pero mi primera vez fue con una ginecologa como la que comentas, por lo que decidi cambiar a un gineco varon y te puedo asegurar que me ha ido muy bien: el buen trato, la confianza te inspiran,el correcto manejo de la situacion, etc.pero te olvidaste de otra de las cosas horribles en aras de nuestra salud la mamografia, ese terrible aparato de te aprieta sin piedad las lolis !!!

May 9th, 2012 at 9:51
12

Graciela,
Para escribir bien Papanicolau primero lo googlee a ver cómo era! Creo que comparte las dudas de cómo se escribe con Vitel Thoné y con roast beef 😀
Mi mamá también me dijo que con una eco común se hacía, pero qué se yo por qué me mandó a hacer esa. La doctora me sugirió dos clínicas donde las podía hacer (es un pueblo donde vivo, no creo que haya tantos lugares más), así que no sé si había una cuestión de plata o no con comisiones para los colegas.
Myriam,
Me alegro que te haya gustado 🙂
Olga,
Mamografía todavía no me tocó, creo que es después de los 40, no? Mi mamá dice que no le duele, pero mi tía creo que hasta lloró cuando a hizo primera vez.

May 9th, 2012 at 19:04
13

¿Cómo que te duele el Pap, que te hace sangrar y demás? Yo sentí todo eso cuando me hicieron una biopsia de cuello, pero nunca con el PAP, si apenas te raspan con un palito… Te olvidaste del espéculo, que si es de metal está helado y si es de plástico no entra bien, o no se abre bien, o las dos cosas juntas. A mí lo que me aterra es la mamografía. Siempre que me la hago, tengo la impresión de que me va a explotar la teta y los restos se van a estrellar contra las paredes. En fin, son las delicias de la femineidad…

May 10th, 2012 at 1:16
14

Gra,
Te juro que las dos primeras veces me salió sangre! Fueron unas gotas nomás, las encontré en mi bombacha cuando fui al baño al volver a mi casa.

Y no hay vez que no me duela. Quizas las que han sido madres por parto natural lo lleven un poco mejor.

Al menos le veo lo positivo: si me duele tanto quizás no necesite una reconstrucción como le hicieron a la Pradón, jajajaj.

May 10th, 2012 at 13:57
15
Maximiliano

Dayana, siempre de una forma u otra termino en tus posts. Si busco informacion en tema transito, caigo aca. Si me quiero “liberar” mentalmente un rato, caigo en estos nuevos monologos que a la vez generan conciencia entre sus lectoras (tal sucedio con uno de los 1ros comentarios, de Graciela). Te felicito y espero que te tengamos por muchos años mas en estos lados haciendo estos blogs. Saludos

July 9th, 2012 at 18:05
16

Maximiliano,
Me alegro que sea útil desde diferentes aspectos.
Es mi deseo que el blog siga mucho tiempo y que uds del otro lado no se aburran 🙂
Saludos!

July 9th, 2012 at 18:07
17
fede

me hiciste reir dayana, y no es poco….
ademas, vi tu foto y volvi a creer en la navidad,
todo un logro para un lunes 1.26am
sigo leyendo….

August 4th, 2014 at 0:27
18

Fede,
Me alegro que así haya sido 🙂
Saludos!

August 4th, 2014 at 0:39

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