Esta pequeña notita del suple de Turismo de La Voz me pareció muy linda para compartirla como detalle curioso:
Desde los albores de su raza, los croatas debieron luchar con los caprichos del terreno. En Pula, como en todos los Balcanes, tuvieron que adaptarse a un suelo difícil de adiestrar. Allí, las rocas se reparten por doquier, lo que dificulta sobremanera el trabajo en la superficie. Casi por obligación, entonces, los locales se convirtieron en expertos en el arte de tallar la piedra.
En Córdoba, las pruebas más evidentes de aquella tradición sobreviven en las figuras de La Cañada y el Arco de la avenida Sabattini. Ambas obras fueron levantadas merced a la destreza de picapedreros croatas. De esta forma, los inmigrantes (quienes llegaban escapando de la Segunda Guerra Mundial), dejaron estampadas sus huellas en dos de las construcciones más paradigmáticas de la ciudad.
Aunque ignorado por la mayoría de los cordobeses, el dato cristaliza la importancia que tuvo la comunidad en el desarrollo de la provincia. Así como los vascos o los piamonteses demostraron su conocimiento en la actividad agrícola, los croatas dejaron evidenciado un especial talento en el ámbito de la construcción. Igual que sus ancestros allá a lo lejos, en las doradas costas de Istria.
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