Quienes me conocen, son amigos y pasan a leer acá cada tanto sabrán que suelo bromear con la próxima instalación de un contador de trolls que, por lejos, será más interesante y divertido de ver que el cuadradito rojo de feedburner que tengo.
Este fin de semana fue el corolario de un nuevo capítulo con la gente molesta que no tiene otra cosa que hacer o una vida para vivir y llegué al punto de tener que cerrar los comentarios de un post para evitar que la cosa pase a mayores.
Y no, no se trató de un post sobre política, ni fue hablando pro/contra floggers, u opinando sobre algún tema tabú como la existencia o no del niñito Dios (pero nunca dejaremos de creer en Papá Noel, claro). Nada de eso.
El lío se armó en un post sobre los requisitos exigidos para la circulación en ruta por la caminera de Córdoba. Texto informativo, seco y con cero opinión mía en el cuerpo del texto.
Ahora bien, con el tiempo la gente fue dejando mensajes con consultas que yo, dentro de lo que podía averiguar, contestaba.
Entre esos comentarios que llegaron por mail y vía blog, hubo varios en el que personas con familias numerosas me consultaban sobre cómo viajar en caso de no tener más cinturones de los que se exige.
Mi respuesta fue la de la ley: cada pasajero debe contar con un cinturón de seguridad. Punto.
Ahora bien, como agregué inocentemente que si no tienen suficientes cinturones dejen a sus hijos en casa o compren un auto con 7 asientos y ahí se armó el tole-tole.
Podría haber dicho “viajen en colectivo”, “vayan en tren”, “quédense en mar del patio”, etc. Pero no, dije algo terribilisimo que carcomió el fuego paterno de quienes piensan que si son familia numerosa deben salir apiñados en un 600 aunque eso les cueste la vida a todos en un accidente… los mismos accidentes que matan a casi 10.000 argentinos al año.
Dado que mi paciencia es algo (bastante, diría yo) escasa, despues de más de una decena de comentarios y mails que maleaban normas básicas de seguridad en nombre de sumar más y más gente en un vehículo al más puro estilo sketch circense, dejé los buenos modales de lado y conteste sinceramente y de corazón lo que sentía al leer que muchos padres pretendían colgar a sus hijos de donde sea en lugar de reflexionar un momento y de manera objetiva sobre las condiciones del escenario vial en las rutas de nuestro país.
Grande fue mi sorpresa al ver que esos “padres abnegados” mostraban su verdadera cara de trolls antisistema haciendo berrinches de infantes que no quieren aceptar que la “seño Polícia Caminera de la provincia de Córdoba” les ponga límites. ¿O será que lo que molesta es que les ponga multas?
Sea como sea, me sorprendí leyendo a gente que atacaba a una fuerza creada para la seguriad vial sólo porque una familia numerosa no puede ir apiñada en un auto.
Obviamente, esto dicho en los términos racionales en un comentario que decía “lee este link donde demuestra que la caminera no funciona”.
Y en realidad ese link que no leí porque no me hace falta saber que que toda cosa hecha por seres humanos puede estar sujeta a errores, me dice que el problema no es que la caminera falle: el problema somos nosotros, que damos más trabajo del que el que un ente puede resolver.
En este país somos asesinos al volante de nuestra familia, de nuestros hijos y de los desconocidos que también viajan. Y lo triste es que nada importa mientras no nos pase, mientras no nos toque, mientras quien muera o quede con secuelas de un accidente sea un ser querido.
Entonces ahí sí clamaremos por justicia, por culpables, por entes de tolerancia cero para el que no cumpla las normas, para el que ose ponerse al mando de un auto otra vez después de haber protagonizado un accidente.
Pero la acción siempre es por el después, cuando ya es tarde, cuando no hay solución posible. Inclusive cuando no haya habido lesiones físicas, un hecho violento de accidente deja un impacto psicológico imposible de olvidar.
Y aún así seguimos pensando el mundo desde nuestro ombligo y su pelusa roñosa.
Hace unos meses recuerdo haber visto una nota sobre un control de la caminera en el que se detuvo a un hombre que circulaba en contra mano con su auto por la autopista Córdoba-Carlos Paz.
Preventivamente se había cortado el tránsito en un tramo debido a la niebla que tornaba totalmente inseguro el tránsito.
Cuando los cronistas de los noticieros interrogaron al hombre sobre su peligrosísimo accionar al transitar en contra mano por una autopista con neblina, él simplemente contestó: tengo que llegar a Alta Gracia y estos (por la Caminera) me demoran.
El tipo estaba totalmente convencido que su accionar era lógico, que cualquiera en su lugar habría hecho lo mismo y que detenerlo a él era injusto, si total tenía claro lo que hacía y no iba a causar ningún accidente.
Si en ese momento se evitó un accidente al detener a esa persona, nunca lo sabremos. Las crónicas son sólo sobre de los muertos y revertir el caos vial que es nuestro país llevará años. Pero lleva menos si empezamos hoy y no lo seguimos pateando para que lo hagan los demás, los que tengan ganas, los que quieran.
Ahora, más allá de los errores posibles que tenga la Caminera, siempre va a ser mejor que esté a que no esté. Siempre va a ser mejor que se haga cumplir la ley aunque pataleen los que sobreviven esquivandole el bulto a las responsabilidades que como adultos tienen: brindar seguridad a los más vulnerables, en este caso los niños.
Para armar posts sobre cuestiones viales he consultado a la organización que más trabaja en este tema, Luchemos por la Vida, quien tiene una página muy bien documentada sobre todo lo que concierne a seguridad vial, legislación y datos estadísticos sobre accidentología vial en Argentina.
Las dolorosas experiencias que leí en el foro de Luchemos no hacen más que confirmar que necesitamos un cambio de actitud, una toma de conciencia real y no de la boca para afuera como hacen muchos que los que pretenden es que les legalicen las prácticas inseguras para evitar que los multen.
Por que lo loco de estos trolls suicidas de las rutas, es que ni uno explica con datos concretos cómo brindarían seguridad a sus familias o dónde está equivocada la ley que pretende protejer y exigir que se proteja a cada pasajero de un auto. No. Ellos simplemente exigen ser corridos a un lugar que los exima de cumplir con normas de seguridad o, dicho de otra manera, ellos eligen viajar inseguros y arriesgando la vida, para que la caminera no los sancione de la única manera que lo hace: cobrando multas.
Me pregunto ¿Cuál es el sentido común que rige a estas personas?
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La otra cuestión que me llama la atención es la virulencia para atacar a alguien que no tiene nada que ver con el sistema instaurado.
Yo no tengo que ver ni con la caminera, ni con el gobierno, ni con los seguros, ni con las automotrices. Tan sólo subo posts de cosas que me parecen interesantes.
¿Por qué esta gente psicótica se la agarra conmigo? ¿Por qué no toleran que sus expectativas no sean satisfechas y se ponen tan locos por eso? ¿Por qué en lugar de discutir con argumentos discuten con un texto escrito en mayúsculas y un “informate” cuando ellos no tienen más que a San Google que les dice que yo estoy entre los 10 primeros sitios para la información que buscan?
Porque creo que alguien que se dedica a trabajar de troll en un texto de este tipo, no puede ser una persona que vaya más lejos de ver un ppt en hotmail o que sepa mandar una tarjeta gusanito.
Alguien con un mínimo sentido crítico sabe que puteando a quien no tiene nada que ver y que ni siquiera está dando su opinión sobre el tema central del post, puede ser “culpable” de algo.
Y la única respuesta que encuentro es que quizás la gente hoy vive frustrada y enojada con el universo y necesita descargarse con alguien. Algo así como putear terapeuticamente al prójimo para sentirse bien y después llamar a la radio para decir que “la sociedad perdió los valores” (como escuché decir esta mañana a varios oyentes de Radio Mitre).
Resumiendo un poco la historia con mis trolls, avisé que si seguían molestando no aprobaría comentarios con puteadas.
Viendo que dejaron 3 más despues de eso… los cerré.
Pagarán justos por pecadores pero está visto que no pueden manejar ni la libertad de expresión ni un auto.
Peatonales mudas para los que creen que el insulto abre caminos y doblega voluntades.